miércoles, 23 de octubre de 2013

GallitoCiego.Novela.Cuadragésima Entrada

Continuamos con la historia, otro giro de tuerca...



                     X La negra piensa.


Horacio me contó lo que le pasó al muchacho. No se si me contó todo. Es un episodio por una parte muy confuso y por otra parte muy preocupante. Es sin lugar a dudas un secuestro y una advertencia. Que te levanten en pleno centro de la Capital parece increíble. Pero todo ocurrió así. Si Horacio me dice la verdad. No se si Horacio me dice la verdad. Yo todavía estoy sorprendida con ese asunto de Serra. El gusano de Serra. Un ser abyecto como es difícil imaginar exista otro. Porque era Serra. Podría reconocerlo en cualquier lugar. Hay rostros que no se olvidan. Nunca se olvidan. El odio como el amor no olvida. Quien diga lo contrario miente.  En cualquier lugar yo podría reconocer a esa rata inmunda. Era él. Todo lo otro para mí no tiene explicación. O por lo menos no tiene una explicación racional. Puede tener otro tipo de explicaciones que me resisto a considerar. Me confundió mucho todo ese asunto. Yo se que Horacio tiene otras motivaciones más profundas, más personales podría decirse. El asunto ése de Maravilla. Creo que él detesta pensar que podría haber estado en su lugar. Es una idea que se niega a evaluar. Es un asunto muy personal efectivamente. Pero nada de eso justifica lo que está haciendo con el muchacho. Su títere. Su carnada. No se puede permitir que se inmiscuya más profundamente en toda ésta podredumbre. Esos tipos son dementes. Y en más o en menos están relacionados con otros dementes. A veces mucho más peligrosos que ellos porque no demuestran su peligrosidad tan abiertamente. Hombres que se dedican a los negocios. Es como si todo hubiera sufrido una metamorfosis. Como el propio Horacio. Romántico idealista devenido en empresario que se conduce con chofer y pasea por Europa o Miami. Pero que retiene en sí el germen del odio. Pues el odio no siempre es un sentimiento negativo. Hay personas, instituciones, situaciones que son merecedoras de soportarlo. Que deben ser perseguidas, que deben ser llevadas a la justicia. Pues la magnitud del mal que ha anidado en sus actos, la perversidad de sus conductas, justifican ése odio. Serra, Videla y tantos otros son de esa subespecie de seres humanos. Casi subhumanos diría.  Bestias. Bestias sanguinarias que asolaron el país. Como otras bestias que asolan el mundo. Pero Horacio no cree en la justicia, o por lo menos dice no hacerlo. ¡Y éste pendejo ignorante metido en semejante berenjenal!  Ignorante de los ríos de sangre, de violencia, de pasiones que preceden a éstos días. No es lo mismo haberlo leído, que haberlo vivido. Es como meterse en la guarida de un puma con el puma dentro.  A mi no me gusta la actitud de Horacio. Pero no puedo hacer nada al respecto.  O quizás sí . Tengo que pensarlo. Ese maldito caminando por la calle, pocas horas antes que lo encontraran pudriéndose es algo que no logro entender. Porque era él.  Ojalá tuviéramos más información genuina sobre las actividades de éstos hijos de puta, para llegar al fondo de lo que traman. Para prescindir de éste idiota, si es que no es demasiado tarde. Conozco las características de ellos. Conozco su fanatismo. Se de su inclinación por creerse espadas de un Dios tronante y autoritario. Del dios que castiga no del que perdona. De aquel que manda sufrimientos y catástrofes.  Plagas y muerte. Del implacable. Y ellos, o algunos, los más peligrosos creen que deben ser a su imagen y semejanza. Más aislados, más temerarios.  Más acosados. más violentos. Probablemente Horacio tenga razón y los autores de todo esto sean gente del chancho Guzmán y no los de la Hermandad. Pero algún nexo entre ambos debe existir más allá de que al chancho Guzmán lo tenemos bien encasillado y prontito terminará en algún tribunal donde tendrá que rendir cuenta por sus fechorías.  Pero el chancho, el comisario Guzmán, era un ladrón. Lisa y llanamente un ladrón. Su ideología es el dinero. Incluso estuvo trabajando para varios funcionarios del gobierno de la provincia hace algún tiempo. Pero sin romperse la ropa. Al chancho nunca le preocupó realmente la política. Tampoco la inseguridad por cierto. Solo los negocios. Puede ser que sea su gente. Pero no me explico demasiado porque. Que relación pueda tener el chancho con la hermandad, que se me pase por alto. Videla y Serra eran hombres del tigre Cepeda. Ese hacía honor a su nombre un verdadero carnicero. Murió en un accidente en la ruta 3 una lástima pues podría haber sido la llave para abrir bien las actividades de su grupo uno de los más oscuros de aquellos años. No conozco testigos que puedan certificar la participación de Serra o Videla. Solo del tigre Cepeda y de otro un teniente de apellido Grinóvero que se suicidó después de Malvinas . O lo suicidaron. Quien sabe. Por eso la gran bronca de Horacio. Por eso su perseverancia. Por eso su interés en todo el asunto de Serra y en llegar a tener más datos sobre la Hermandad. Siempre se arrepiente de haberlo dejado escapar a Furno y sus historias disparatadas

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