viernes, 25 de marzo de 2011

Entrada Final de Las Brumas del Destino.

Gracias a todos los que me acompañaron hasta aquí. Este es el final de "Las Brumas del Destino" ¡ojalá les haya provocado algún placer leer la novela y alguna reflexión sobre el frágil mundo de los adolescentes! Está ambientada en mi pueblo, una pequeña ciudad de la Argentina interior, donde se mantienen mitos y creencias arraigadas en el imaginario de la gente. Seguramente no es fácil su lectura desde una visión más urbana. Pero en fin, cada uno escribe desde donde cree que debe escribir. Gracias de nuevo y un fuerte abrazo.


Epílogo

Todo lo que he narrado me lo han contado. Muchas personas.

Una historia que va de la sonrisa al llanto , de la inocencia a la desesperación.

Me lo han contado como se cuentan los misterios. Lo inexplicable. Con las medias palabras de la gente sencilla. Armando el rompecabezas he logrado éstas imágenes descriptas en palabras. Quizás alguna imprecisión se debe a las fallas de mi memoria.

El tiempo es como la arena que va borrando las huellas en el desierto. Y los recuerdos no siempre son la exacta representación de la experiencia que los originó.

Lo del loco Santella, muchos que lo conocieron, lo dan como un hecho cierto. Probablemente un trastorno mental. El delirio de un solitario, apesadumbrado por alguna culpa oculta, por algún temor.

A la vieja de Montoya la localicé , pero nunca me atendió, las cuatro veces que fui no respondió al llamado del cencerro ni al batir de palmas. Se por sus vecinos que está viva y que de vez en cuando se la ve, alrededor de su casa o es visitada por un sobrino suyo que llega en una Estanciera destartalada. Ya casi nadie va a verla según dicen.

Y en su entorno nadie la quiere, nadie la visita.

Fran se sabe murió en un accidente de tránsito. Encabecé cada parte principal del relato con uno de los versos que él fue escribiendo en aquél papel que guardaba en su escritorio y que me dio su madre. Creo que sintetizan cada una de ésas etapas de su vida incluso su percepción del después. He hablado con la gente que investigó el hecho y nadie duda de que fue un accidente. Solo Mili sigue sosteniendo que lo mataron. Pero nada sustenta ésta teoría. Ella ahora pasa mucho tiempo con el negro Seba, algunos dicen que son pareja. Pero como siempre se los ha visto juntos, nadie puede afirmarlo. Facu continúa con sus estudios y al parecer le va muy bien. Todos los meses vuelve por Nogoyá y se lo ve con sus amigos. Al ciego de su cuaderno lo conocí, en una sola oportunidad pude hablar con él, un hombre muy extraño, pero me contó algo muy parecido a lo que escribió Facu a la madre de Fran. Lamentablemente murió en un accidente de tránsito, que sufrió junto a su sobrino que resultó mal herido. Parece que calcularon mal la velocidad de un camión al cruzar la ruta 12.

Ami murió por la ruptura de un aneurisma congénito según el certificado de defunción, es algo así como una bolsita que se forma en una arteria del cerebro y al romperse produce una hemorragia mortal. Dicen que es muy frecuente en los jóvenes.

Pero algunas voces en la intimidad, en el silencio de un bar vacío, o en la protección de una sala familiar, cuando ya los niños duermen, afirman que algunos han visto por los campos, por los montes, por las cañadas y zanjones dos jóvenes asidos de la mano, correr y saltar. Besarse apasionadamente, para luego desaparecer como aparecieron de la nada. Otros me han contado que en las frías noches de invierno por una bocacalle han visto cruzar una moto silenciosa donde una pareja envuelta en un brillo de luna pasea por las calles, sonrientes. Otros los han visto detenerse en el Paseo de los Puentes apearse y sentarse en un banco abrazados, y en un momento disolverse como la neblina bajo la luz del sol.

Todas ésas cosas me han contado. Y yo a pesar de la razón que me indica lo contrario, a pesar de estar advertido del pensamiento mágico de nuestra gente. Por momentos lo creo. Creo que tras la muerte se habrán unido , los dos desesperados.

Es por eso que aquella tarde que hablé con Elena, y ella me gritó :

-¡Que clase de amigas son ésas que llevaron a mi hija a la muerte!

Le contesté

- No es fácil definir la palabra amistad.


Índice

PRIMERA

-Reflexiones iniciales

-Ami

-Fran

-La madre

-El negro Seba y el gordo Jorge

-Ami, Vale y Flor.

-Elena

-Los amigos

-El capricho

-La ilusión.

- Los de la vereda y las Ardiles.

-El beso.

-Facu

-El hormigueo

-Aquella noche.

-La mañana siguiente

-Las Brumas

-La colilla

-La moto

-El amor.

-Tarde y lluvia

-La conspiración.

-La aguja de hielo

-El asado y el loco Santella

-El aquelarre y la ruptura.

SEGUNDA

-El alcohol y el laberinto

-La pena

-La caída.

-La vieja

-El sueño

-El presentimiento

-La madre y la hermana

-Los puentes

-Milagros

-Soledad, marca el camino

-El médico

-Recuerdos de la pasión y la desesperación.

-El predador.

-Continúa la declaración de Milagros.

-De fierro con los amigos.

-Sin ninguna flor.

-El oficial apurado.

-Volver a ser feliz

-Aquellos papeles y el páramo.

-Los porrones se calientan.

-Lágrimas en el hombro.

-La pitonisa

- El viaje y la ciénaga.

TERCERA O FINAL.

- El cuaderno de Facu.

- La búsqueda.

- La posdata.

- Recuerdos de una charla.

- Otra vez las notas.

- Dos más.

- La última consulta.

- El presagio del negro Seba.

- La luna nueva de Julio.

- Aquellos dos

- Epílogo

viernes, 18 de marzo de 2011

Tercera Parte de Brumas Décimoprimera Entrada

Aquellos dos

Las noticias en los pequeños pueblos corren como reguero de pólvora. No tardó el gordo Jorge en enterarse de la muerte de aquella pendeja que había conocido hace varios años, a la que le había prestado atención solo por el interés que tenía Matías en ella. Matías , ya lo veía poco, solo de vez en cuando , en las ocasiones en que él venía a Nogoyá cada vez más distanciadas. Algunas veces se hablaban por teléfono, no mucho.

El gordo Jorge no era un tipo de cultivar afectos, más podría decirse que cultivaba relaciones , por el beneficio que éstas le podrían deparar en el futuro. “Siempre hay que tener palenque donde rascarse “ era una de sus frases preferidas. Por eso en realidad había ayudado a Matías en aquella oportunidad, no digamos por una verdadera amistad, sino para tener un crédito de favores en su haber, con la intención de cobrarlo el día que necesitara una contraprestación. Desde que éste pendejo estudiaba derecho, y al parecer andaba muy bien, el gordo Jorge tuvo la certeza de que algún día le podría ser útil. Ya se sabe el mundo de la noche, tiene muchos dimes y diretes y quilombillos varios.

Por eso mantenía una relación distante, pero la mantenía, en “Stand by” como decía, dándole el significado de “lista de espera” esperando el momento en que le fuera útil.

Pero ésa mañana cuando escuchó la noticia, al principio la tomó con indiferencia como acostumbraba a hacer con noticias de ésa índole. Al final uno no puede estar llorando en los rincones por cada boludo que se rompe la cabeza en un accidente o se vuela la tapa de los sesos, el negocio de él ,pensaba, sobre todo desde que estaba como accionista en la sociedad, como un gerente de relaciones públicas, un “RR.PP” como le gustaba llamarse, le requería un permanente buen humor, chispa , dinamismo.

Él encarnaba la alegría , el buen rato, la joda plena en definitiva. Como siempre decía

“la sonrisa dibujada en el rostro, nada de bajones”. Siempre ponía como ejemplo , lo que pasó aquella noche de la tragedia de Cromañón, sus socios no querían abrir, que debían respetar el duelo, que las víctimas y no se cuantas otras boludeces por el estilo,

“¡No señores!” Contaba siempre el gordo que les dijo y se plantó. “¡Nosotros tenemos que abrir, el show debe continuar!” les había gritado, “caliente , pero recaliente y tuve razón nomás” decía, esa noche habían tenido lleno total y habían levantado guita a pala.

Las cosas son así, se decía a sí mismo.

Pero si bien la indiferencia había sido su primer reacción, mientras tomaba un exprimido de frutas en la cocina, algo así como un remordimiento, o lo más parecido a esto que un tipo como él podía sentir, comenzó a rondarlo. Comenzó a recordar las historias que habían armado con Matías, para que la pendeja ésta, la muerta, se peleara con el boludito de su novio, las imágenes comenzaron a agolparse en su conciencia con una nitidez tal como si las volviera a vivir. Se había mandado un cagada grande, una macana , se le había ido la mano de eso estaba seguro de pronto, como si algo se le hubiera revelado de improviso. El remordimiento comenzó a ser mayor. Una inquietud desconocida, para un hombre de sus escasos escrúpulos, comenzó a invadirlo, progresivamente hasta colocarlo en una situación en la que sentía un terrible desasosiego. Poco a poco la charla, que la mujer que le limpiaba la casa, el día anterior había mantenido con él, se volvió a representar en su mente. Pero con otra significación. “La charla” es una forma de denominar aquello que en realidad había sido un monólogo de la mujer, ante la sonrisa socarrona del gordo Jorge que la escuchaba divertido, mientras ella le contaba de la muchacha que se había muerto en el cementerio, que estaba realizando “un rito satánico” para llamar a los muertos con otras amigas y se había atacado de repente como “poseída por un diablo”. Claro, la mujer no sabía de quien se trataba, “era una chica del centro” le había dicho, pero no la conocía, no sabía como se llamaba. Y ahora luego de escuchar la noticia por la radio aquella conversación adquirió en su inconsciente otra dimensión, los cabos sueltos comenzaron a atarse en su mente, revelada la identidad de la muchacha fallecida. Y ahora mientras bebía como de costumbre su exprimido sentado en el desayunador de su cocina comedor, las ideas habían comenzado a moverse en forma autónoma en su mente, recordó el accidente de Fran, al que nunca tuvo mucha simpatía, pero que tampoco nunca le había causado ningún daño a él, recordó la gratuita maldad con la que había contribuido a separarlos. Y ahora la muerte de ésta pendeja en circunstancias tan especiales. Y sintió un nudo en la garganta, como si hubieran inflado un globo en su esófago. El remordimiento transformado en desasosiego, lo fue llevando a un estado para él desconocido. Y tuvo miedo. Por primera vez en su vida tuvo miedo a algo distinto que perder algún buen negocio. ¿Cómo sería eso del rito satánico? Pensó. Y desde ésa noche evitaba irse a dormir solo, volvía de ratos a casa de su madre a la que frecuentaba poco y nada, o traía alguna de sus muchas amigas, no por ser un obseso sexual sino porque comenzó a sentir miedo a la soledad. Temía que aquella muchacha poseída por el diablo quisiera vengarse de él. Y un día llamó a su cómplice de antaño y le contó lo que había ocurrido y lo que le pasaba. De repente habló con Matías como con un amigo , de ésos que él no tenía , que nunca había valorado. Pero nada le ha vuelto a dar la paz.

Matías cuando escuchó esa noticia le dijo”no jodas ,¿en serio?” . Pero también para Matías la vida cambió. Había tenido sexo con una mujer, que ahora estaba muerta.

Poseída o no por el diablo. Estaba muerta. Y de pronto mirándose al espejo tuvo conciencia de su propia finitud, de su propia mortalidad.

martes, 8 de marzo de 2011

Tercera Parte de Las Brumas del Destino Décima Entrada

La luna nueva de Julio

En las noches invernales la ciudad aparece cubierta por una nube baja de humo y neblina. Como un estrato horizontal que se extiende sobre los techos . Dando a la atmósfera una sensación de consistencia. Las luminarias de la calle se ven rodeadas de un halo , que les da el aspecto de poseer una corona iridiscente.

El aire helado penetra por nuestro cuerpo arrastrando el aroma de leña quemada.

Y trayendo lejanos sonidos de ladridos y mugidos que se mezclan con el grave rugido de los camiones en las rutas, a través del denso frío de la noche.

Nogoyá en ésa época del año se ensimisma . Quedando sus calles semidesiertas, a merced de los perros y del viento. Deshabitadas de los grupos de chicos que las transitan en verano, de los vecinos sentados en los jardines o las puertas. De los insomnes que deambulan por sus calles en busca de quien sabe que cosa. Solo en algunas calles céntricas persiste el tránsito de vehículos y personas hasta un poco más tarde para luego dormirse también. Por lo que la ciudad adopta un paisaje frío y desolado, sobre todo en los barrios y más aún en los suburbios. El cementerio con sus paredones blancos y sus cipreses , oscuras espículas hacia el cielo estrellado, impresiona como una amurallada ciudad fantasmal. Acrópolis de quietud y de silencio. Prohibida ciudad de los muertos. Donde la arquitectura sombría de sus panteones y sus nichos , privados de la algarabía de la vida. Se recortan en contrastes umbríos apenas iluminados por la escasa luz artificial. Donde ángeles inmóviles guardan el descanso de los que han partido, por el azaroso y definitivo camino de las almas abandonadas de su cuerpo mortal. En ése lugar se debía realizar la invocación, el llamado.

Las cuatro amigas se dirigieron al Cementerio a últimas horas de la tarde, a las 18hs el lugar se cerraba al público y los serenos podrían impedir su ingreso, si las descubrían intentando hacerlo. A ésa hora era más fácil ingresar , como ingresa cualquiera. Como un deudo más , como cuatro dolientes en visita póstuma. Decidieron esconderse entre las tumbas hasta que fuera la hora propicia para realizar su ceremonia.

Antes que el Sol terminara de ocultarse las chicas se escondieron entre dos panteones, lugar desde el cual podían divisar la tumba de su amigo. A cuyos pies deberían concurrir antes que la luna nueva alcanzara el cenit. A pesar de los abrigos que llevaban, que como precaución adicional eran oscuros, sentían un intenso frío. Sensación atribuible a la columna de mercurio , pero también al lugar inquietante donde se encontraban y a las sombras que todo comenzaban a cubrirlo. Sombras , donde los demonios interiores comienzan a revolverse en sus lechos, despertando del sueño que les impone el día, o el ruido y la actividad. Aflorando a la superficie de la conciencia, como las burbujas de metano en los pantanos. Hablaban en susurros para combatir esa sensación extraña. Hasta alguna de ellas dijo algún chiste. Solo Ami permanecía callada con la mirada puesta en dirección a la sepultura. Sus amigas respetaban su silencio. Pues conocían la desesperación que la había llevado a ése lugar y que ellas secundaban , pero salvo Mili que era quien más se le aproximaba en el sentimiento, no compartían en la misma profundidad. A Flor y a Delfi el principal motor que las había llevado a ésa situación era la solidaridad. Y en el fondo , probablemente en su subconsciente, una luz de esperanza en que aquello resultara bien.

-Ya debe ser hora- dijo Flor – en un susurro

-No , creo que todavía falta un rato, no puedo ver la luna desde aquí, pero aún es temprano.- contestó Mili .

- ¿Trajeron encendedor? Voy a fumarme un pucho-dijo Flor.

- Fuma tranquila que todavía tenemos tiempo, falta rato todavía- intervino Delfi.

- Tengo un cagazo de novela, algo tengo que hacer, éste lugar me espanta, por lo menos un cigarrillo me va a tranquilizar un poco.- contestó Flor mientras extraía una atado de cigarrillos de su bolso de tela. Tomó el encendedor que le alcanzaba Delfi, y lo encendió acercando el extremo del cigarrillo a la pequeña llama amarillenta. Sus rostros se iluminaron por el fuego exiguo y sus facciones se parecieron a esos dibujos realizados en blanco y negro , donde solo se detallan los rasgos iluminados. Y en ese instante se percató de la mirada de Ami dirigida hacia ella

-No temas de nada – le dijo con dulzura- Nada nos hará daño. En éste país todos duermen y a quien nosotros despertaremos, es alguien cercano a nuestro corazón. Si de algo estoy segura es que no nos hará ningún daño cuando venga. No temas Flor, no temas de nada.- y dicho esto volvió a dirigir su mirada hacia el sitio que había estado mirando todo el tiempo. Como si por ése breve lapso de sus palabras hubiera salido de un sopor en el que volvía a sumergirse.

- Ya lo sé Ami, pero igual tengo miedo- Flor pronunció éstas palabras con un hilo de voz y continuó fumando en silencio apoyada contra la mampostería de aquel monumento funerario. Por mucho rato ninguna de las cuatro volvieron a pronunciar palabra alguna. Solo Mili y Flor fumaban en silencio , a intervalos regulares.

La noche era calma, y la helada descendía con su manto de hielo sobre los pastos. En lo alto la Vía Láctea atravesaba el firmamento con las luces de sus innúmeres mundos, titilando en la inmensidad del cosmos. Ami levantando la vista hacia el cielo límpido dijo:

-Ven las estrellas. Muchas de ellas ya no existen. Pero están tan lejos que su luz recién nos llega en éste momento. Mirar el cielo es como mirar el pasado. Y es un milagro que Dios nos permite cada noche. ¿por qué no nos permitiría hoy, algo parecido, que es lo que queremos hacer? Muchas veces cuando veo esto mismo , pienso lo que les acabo de decir. Y creo. Creo que lo podremos hacer hoy. No sé porque en ésta fecha, ni de ésta forma. Es algo que se me escapa. Nos dijeron que debía ser así y así será. Por eso estamos aquí. Estamos como mirando el cielo. Viendo el ayer.

- Yo también creo Ami- dijo Delfi tocándole el cabello con ternura- yo también creo. Y tampoco sé porque será hoy y en éste lugar. Pero así se hará. Siempre me han enseñado que el cuerpo es un resto, algo desechable, de lo que nos desprendemos cuando nos vamos al cielo, o que se yo adonde nos iremos, por lo que siempre pensé que el alma debe estar en todas partes, como el aire. Pero seguramente ésos restos son un ancla, como los animales cuando vuelven a su querencia. O como las palomas mensajeras que retornan a su palomar.-terminó.

-La vieja dijo que debía hacerse así y así lo haremos..- Intervino Mili lacónica succionando de su cigarrillo enérgicamente.

Transcurrido un rato en absoluto silencio. Donde solo se escuchaba el castañeteo de dientes de Flor y algún perro lejano. Mili dijo

-Creo que es hora.

Las cuatro salieron sigilosas y torpes de su escondrijo, con los miembros entumecidos por el frío y por la postura mantenida por largo tiempo. Como aquellos soldados que salen de su trinchera en la noche, después de haber permanecido ocultos por varios días.

Ami silenciosa fue la primera en sentarse en el suelo helado y extrajo del bolsillo interior de su campera las velas benditas.

Con la luz de un teléfono celular dispusieron las doce en circulo hundiéndolas sin dificultad en el suelo blando , luego la decimotercera en el centro, la que nunca encenderían la que debía encenderse sola con la llegada del buscado.

Miraron la posición del pequeño paréntesis lunar y todavía faltaba un rato para que llegara al lugar señalado por la pitonisa. Se frotaban las manos endurecidas por la intemperie total a la que estaban expuestas salidas del refugio en el que habían permanecido hasta entonces. En el preciso momento en que Selene ocupó el sitio indicado, comenzaron cada una a prender sus tres velas y Mili con voz ronca comenzó a leer la invocación escrita por aquella mujer en un papel de bloc amarillento. Terminadas de pronunciar las palabras quemó el papel colocándolo sobre la llama de la última vela encendida. Se tomaron de la mano y permanecieron así largo tiempo. Alrededor de aquél círculo de luz soñado por el ciego. Esperando la llegada de aquél que pensó que le habían robado el alma. De aquél que no pudo huir de su destino, en el preciso momento en que se empezaba a sentir vivo nuevamente.

Las cuatro se miraban calladas y se apretaban las manos para darse confianza y mitigar el miedo que las invadía. Como si el contacto físico las protegiera , las hiciera inmunes a los peligros que acechaban en aquél lugar.

Sólo el aullido de algún perro lejano interrumpía el silencio de la noche avanzada y calma en aquella loma bendita que de alguna manera habían profanado con su presencia.

Quietas y calladas se encontraban las cuatro después de casi veinte minutos de haber empezado la ceremonia, cuando Delfi, Flor y Mili levantaron la mirada sorprendidas hacia la vereda por la que habían venido. Ami bruscamente giró el tronco y miró hacia atrás, a la vez que se le dibujaba una inmensa sonrisa en su rostro iluminado por las velas.

- Mi amor-dijo en un susurro- hace tanto tiempo que quería volver a verte. Mi amor…

Su cuerpo comenzó a sufrir bruscas sacudidas mientras caía de espaldas, golpeaba el piso con los talones y con los puños. Y su cráneo resonaba contra el suelo helado.

De su boca comenzó a brotar un espumarajo blanco. Las tres se abalanzaron sobre Ami , que se movía sin control, hablándole sin obtener respuestas. Fue Flor la que notó la decimotercera vela encendida, mientras sus amigas pedían auxilio a la mujer y los hombres que venían corriendo por la vereda y que las tres vieron en el preciso momento en que Ami giró y dijo algo.

-Llegamos tarde – dijo la madre de Fran en un sollozo.- las busqué toda la tarde , para que no hicieran esto. Por Dios. ¡Llamen la ambulancia muchachos! Por Dios

Una ráfaga solitaria apagó los pabilos , todos a la vez y arremolinándose entre la hojarasca se perdió en la serenidad de la noche.

Facu, desde su balcón, muy lejos al otro lado del río, vio una estrella fugaz marcar una parábola de luz sobre las islas, y el negro Seba despertó sobresaltado de su sueño profundo.

“Por ningún motivo se alejen del círculo, por ningún motivo vuelvan la mirada hacia atrás” Las palabras de la vieja resonaron en la cabeza de Mili, por mucho tiempo después de la muerte de Ami. Pero lo que recordará por el resto de su vida, son aquellas palabras susurradas, sus últimas palabras, que solo ella escuchó, por estar a su lado.

Y su sonrisa, si su sonrisa.