sábado, 19 de junio de 2010

Cuarta Entrada de Brumas

Elena

Cuando la mujer volvió a su casa encontró a Ami en el sillón de la sala con los auriculares puestos, la saludó y cómo ésta no le contestó se acercó levantando uno de los micro parlantes. Ami levantó la cabeza, sonrió y saludó a su madre. Luego de un rato ambas mujeres, madre e hija se sentaron en la cocina a comer tarta de jamón y queso fría y a mirar televisión. Tinelli , estaba imperdible, a la madre le encantaba éste programa, pues afirmaba, le limpiaba la cabeza de tantas broncas que la invadían en su trabajo en la Estación de Servicio. Desde que su marido la había abandonado, por otra mujer más joven , para Elena , el silencio era mal compañero , un acompañante que le acercaba espectros del pasado, que le traía a la superficie de la conciencia viejos pensamientos, que había rumiado durante años y cuyo jugo amargo impregnó cada una de sus células, convirtiéndola en una mujer opaca, descreída y fundamentalmente triste.
Cuando veía a su hija, secretamente envidiaba su juventud, su lozanía , sus ímpetus juveniles. Pero sobre todo envidiaba sus ilusiones, y se decía a sí misma que pronto esa mocosa vivaz, se convertiría en algo parecido a ella , que tarde o temprano la vida le sacaría la silla y quedaría sentada en el fango de la realidad, embadurnada de las miserias y las pestilencias del mundo de los adultos. A cada mariposa la espera su parabrisas se decía, mientras miraba el juvenil rostro de su hija donde los rasgos de su ex marido se expresaban cada vez con más notoriedad. De alguna manera ése maldito recibiría su castigo a través de los sufrimientos femeninos de su hija. ¡ Es muy fácil ser varón pensaba! Como un picaflor, van de planta en planta, no soportan el peso de los hijos en la panza y en la columna, no los paren. No menstrúan. No se vuelven menopáusicos. Al fin de cuentas, pensaba Elena, Dios a sido injusto en la repartición de cargas entre los sexos. ¡Claro si Dios es varón! . Ami miró a su madre , que permanecía callada desde hacía largo tiempo, le tocó el antebrazo con el vaso de gaseosa, ésta le devolvió una sonrisa , casi una mueca. Y Ami sintió una vez más ésa distancia, ése abismo que existía entre las dos y que nunca había logrado comprender, pero que percibía cada día de su vida, desde que tenía memoria.



Los Amigos

En el pool Los Rancheros sonaban fuerte “Contra una pared dejé pintado, nuestros nombres enlazados, salpicados por el aerosol,...” Fran se inclinó sobre el paño y con una golpe de taco preciso hizo entrar la bola negra en la tronera de la esquina entre los brazos del negro Seba quien saltó simulando disgusto y gesticulando en forma exagerada. Luego ambos amigos se dirigieron a la barra se sentaron en los taburetes recubiertos de cuerina azul y pidieron dos seven up con limón. El negro Seba palmeó afectuosamente la espalda de Fran y luego aparatosamente brindaron con sus vasos de trago largos transpirados por el hielo abundante. Charlaron de fútbol largo rato, éste sería el año de Rácing , al negro Seba no le cabía ninguna duda, el chanchi Estévez y el pepe Chatruc la rompieron contra Estudiantes, como dieron vuelta ése partido algo increíble. Luego el tema derivó hacia las chicas , planearon ir al bailable que se realizaría el Viernes . Fran estaba enloquecido con ésa gurisa y el negro Seba era su amigo , de ésa clase de amigos capaces de acompañarlo hasta el fin del mundo. Mucho más a un bailable, él también quería ver “alguna cosita por ahí” según dijo. Fran le sonrió con una sonrisa cómplice. Lo invitarían a Facu si es que éste no se iba a las carreras de Karting, un primo suyo de Ramírez corría el fin de semana y ya se sabe como es Facu, “de los libros a los fierros y de los fierros a los libros” dijo Fran gesticulando e imitando la forma de caminar de su amigo. Además según el negro Seba estaba más enloquecido de nunca porque estaba terminando de arreglar el auto viejo que le había obsequiado su padre, que se caía de a pedazos pero que según él estaba quedando lindo. Fran comenzó a bromear , con un viejo chiste que le hacían a Facu , diciéndole que una quiosquera obesa que vivía a media cuadra de su casa, que además de gorda lo doblaba en edad , era su novia. Tendría que preparar el auto para resistir mucho peso, reían hasta llorar de sus ocurrencias y quizás por eso no vieron a Vale y a Flor cuando los miraron sonrientes desde la vidriera mientras caminaban rápidamente tomadas del brazo. Momentos después ambos jóvenes pagaron y se retiraron bromeando por la calle, no podían acostarse muy tarde, al otro día tenían clases. Rodrigo vencía a la muerte desde los parlantes “ la doce fue quien gritó Maradó, Maradó…” en el pool vacío.,

El capricho

Matías llegó a su casa, saludó a su padre que trabajaba en la mesa de la sala, le dio un beso a su madre y a su hermano menor que jugaban al chin chon en la mesa de la cocina y se sentó pensativo. Comió una milanesa con puré que su madre le había dejado sobre la mesa, bromeó un rato con su hermano menor, que había abandonado las cartas para dedicarse a preguntar sobre las más diversas materias a su hermano mayor y luego se dirigió a su dormitorio se tiró en el viejo sillón destartalado de alto respaldo que había heredado de su abuelo y colocó Flash Point de los Rolling en el marcianito, cuando “Start me up” desgarró el aire, Matías se sintió invadido por una extraña fuerza y comenzó a buscarle el lado positivo, a los cuentos que le había hecho el gordo Jorge.
Al fin y al cabo éste siempre estaba lleno de cuentos, que terminaban siendo verdad, algo bueno ,muy bueno tal vez, saldría de todo éste asunto.. De pronto no tuvo dudas que a ésa pendeja la ganaría sin mayores dificultades, diga lo que diga ése gordo hurguete, “que buscá por éste lado , que buscá por el otro” Boludeces pensó Matías , que de pronto había perdido el respeto sacramental que momentos antes había experimentado por su mentor. Nada mejor que el bailable del Viernes para empezar. Se decidió. Ya se pondría de acuerdo con Facu, al final éste pendejo era el más piola de todo ése grupito, los otros eran unos boluditos alegres. No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy pensó , apretó el botón de stop justo cuando los Stones comenzaban la introducción de guitarra de “Paint it Black” se dirigió casi corriendo a la sala donde su padre guardaba las carpetas en la biblioteca, y le pidió las llaves de la camioneta , éste le indicó el llavero de la pared y le recomendó precaución, Matías se dirigió al teléfono y marcó el numero de Facu, cuando éste atendió le pidió que lo espere en la vereda, cerró bruscamente la puerta tras de sí y el sonido del motor diesel al acelerar retumbó en el recibidor.

jueves, 10 de junio de 2010

Tercera Entrada de "Brumas...

La madre


La mujer escuchó entrar a su hijo desde la cocina, donde terminaba de hacer la limpieza después del almuerzo, luego escuchó la música. Por momentos Fran la preocupaba , tan callado, tan reservado , tan poco o nada comunicativo con ella. Nada que ver con Soledad , ésta era muy confidente, le contaba todas sus problemas hasta los más íntimos, esos que ella nunca hubiera conversado con su madre . Claro había mucha diferencia de edad, además Soledad tenía a su padre, lejos, pero lo tenía, en cambio el padre de Fran había muerto poco después que éste naciera y quizás esa ausencia de imagen paterna había contribuido a su carácter apocado, taciturno por momentos. Al menos con ella y con su hermana, con sus amigos lo veía desenvuelto y charlatán .¿Por qué era tan difícil hablar con él? Se preguntó una vez más. Terminó de ordenar las cosas y fue a mirar a su hijo , éste dormía con ambos antebrazos cruzados sobre su rostro. La mujer se sentó pensativa en el sillón de tres plazas, ¿Cómo podría hacer para comunicarse con su hijo? Preocupada tomó el control remoto y comenzó a ver una de las múltiples telenovelas de la tarde. Soledad salió de su habitación con cara de recién despierta y se sentó junto a su madre, la tomó del brazo izquierdo y comenzó a contarle sobre el muchacho que había conocido la noche anterior , en el negocio de electrodomésticos donde trabajaba, después del atardecer vendría a buscarla en su moto, una de ésas motos grandes japonesas, una verdadera joya según contó la muchacha. La madre giró ya olvidada de sus preocupaciones de momentos antes y comenzaron a cotorrear en voz baja. Con ésa expectativa especial que en las mujeres produce éste tipo de temas, relacionados con el romance. Calamaro desde la habitación contigua cantaba “No se puede vivir del amor, le dijo un soldado romano a Dios….”



El negro Seba y el Gordo Jorge
.
La tarde estaba bien avanzada cuando Fran despertó, se puso de pie de un salto, se desperezó estirando el tronco arqueado hacia atrás y levantando ambos brazos, dejando su ombligo al aire. Luego salió corriendo hacia el baño, orinó , se lavó la cara y se dirigió a la cocina, el mate estaba tibio tomó dos o tres y buscó por toda la casa, como casi siempre estaba solo. Tomó el teléfono y llamó a casa de Matías , éste no se encontraba, colgó y marcó el número del negro Seba, se pusieron de acuerdo en encontrarse en el Pool del centro. Fran tomó dos o tres mates más , hojeo su carpeta del colegio que descansaba sobre el aparador de la cocina , se dirigió nuevamente al baño se peinó, se arregló la remera negra con la lengua de los Rolling Stones en el pecho y salió de su casa. Con las manos en los bolsillos caminó por Fray Saldaña Retamal, mirando los autos que se dirigían a Bv. Sarmiento que reflejaban los rayos del sol en sus parabrisas, luego de cruzar frente al Soldado descendió por Centenario, por la estrecha vereda bordeada de Fresnos. Al llegar a la esquina de San Martín compró chicles en el quiosco y se cruzó a saludar al gordo Jorge que estaba sentado en el tapialito del Club Social con la espalda apoyada sobre la reja. Se quedó un rato conversando , el gordo era un tipo simpático y bonachón, que trabajaba en la barra del boliche. Bastante mayor que Fran , el gordo siempre andaba rodeado de gurises por esa idolatría que le otorgaba su trabajo, el gordo tenía patente de tipo ganador . Y esto inflamaba su autoestima hasta casi hacerlo parecer un pavo real mostrando su plumaje colorido. Disfrutaba de ésos momentos en que rodeado de jovencitos que le prodigaban su admiración acrítica, se sentía como un antiguo maestro griego con su cohorte de discípulos. Después de un rato de conversación circunstancial e insustancial Fran dobló la esquina hacia el norte a paso cansino con las últimas luces de la tarde. Se sentó en una de las glorietas junto a la Galería del Ateneo y con los brazos extendidos sobre la madera del espaldar contempló un grupo de chicas que charlaban en la ochava del Banco Nación. Vale y Flor estaban en el grupo pero a Ami no la vio. Cruzó la calle con actitud distraída , se acercó a las chicas dijo unas cuantas palabras graciosas y le dio un beso a las cuatro muchachas. Charlaron de banalidades y por fin apartando a Vale le preguntó por su amiga, ésta contestó que no la veía desde la clase de gimnasia, pero que le avisaría que él la buscaba en caso de verla.
Se despidió de las chicas con palabras de ocasión y se fue caminando lentamente hacia calle Urquiza. El negro Seba fumaba un cigarrillo en la esquina de los jueguitos, con una remera blanca con la cara de Homero Simpson, saludó a Fran con el índice extendido y continuó apoyado contra la pared. Este se cruzó la calle y se paró a su lado. Conversaron un rato, saludaron al gordo Jorge que pasó en su Yamaha 600 y se dirigieron al Pool.



Ami, Vale y Flor.



Ami miraba Discovery Chanel en la cocina. Su carpeta descansaba ociosa sobre la mesa, el bolígrafo se movía entre sus dedos. Estaba dispersa, la concentración era una tarea imposible para ella , en el estado de ánimo en que se encontraba. Su mente inmersa en un estado de embotamiento, como si ningún pensamiento fuera capaz de traspasar la estopa que lo separaba de la conciencia. Desde que salió de su clase, había sido víctima de ése marasmo, como si la ausencia de el muchacho que esperaba ver esperándola, la hubiese vaciado de expectativas, la hubiese convertido en una cáscara, en un molde vacío de su persona. En vano trataba de pensar de que se trataba de un conocido más, de los tantos con los que conversaba a diario, que no tenía ningún vínculo especial con él, pero no lograba convencerse y el alivio que ésta clase de elucubraciones le otorgaba duraba solo un instante para volver a caer en el ánimo depresivo. El televisor mostraba las penurias de una familia que habitaba una casa plagada de espíritus malignos. Espíritus que deseaban desalojar su morada de molestos seres mortales, que perturbaban su deambular inmaterial. El locutor fuera de cámara daba explicaciones diversas sobre la naturaleza de éstos entes malignos. Ami con rostro aburrido observaba la pantalla, escéptica.
Cuando Vale y Flor llegaron se sentaron junto a ella y comenzaron a mirar absortas la pantalla, ambas creían en la existencia de fantasmas y eran asiduas relatoras de historias del más allá . Ami se levantó y preparó el mate. Escuchó los comentarios azorados de sus amigas ante las imágenes del televisor . Comenzó a reírse del temor de las dos. Lentamente su humor fue cambiando, como el cielo después de una tormenta, manchones de celeste aparecieron entre las nubes grises de la tarde y el sol brillo a pleno en el firmamento de su espíritu, cuando sus amigas le contaron de su encuentro con Fran.


Matías.

Matías tomaba una cerveza en la Cruz del Milenio, cuando se detuvo el gordo Jorge al borde del cordón, bajó de la enduro y se sentó a su lado. Se empinó la botella que el otro le alcanzaba y resopló. Hablaron largo rato en la noche serena. En realidad casi en todo momento el gordo hablaba y Matías escuchaba. Cuando se separaron ya la noche había cubierto por completo la ciudad. El gordo se alejó haciendo tronar su moto por calle Belgrano , Matías luego de un rato se alejó caminando por Bv España. El gordo Jorge tenía un gran ascendiente sobre él. Muchas veces le había pasado datos que le habían servido para conquistar alguna chica, y en el pensamiento de Matías el gordo Jorge era como un maestro de la noche, que conocía todos sus secretos, que era capaz de desenvolverse en el ambiente noctámbulo con la facilidad con que un pez lo hacía en el agua. Y si el gordo le había pasado el dato de ese grupo de pendejas que andaban sin ton ni son, “que eran una papa” según las palabras que había empleado. Seguro que era así sería. El gordo rara vez se equivocaba. Tenía según la definición de Matías “un ojo clínico” que le permitía saber , donde estaba la fácil. Solo tendría que organizarse.
Buscar el nexo que le permitiera relacionarse con ellas, una vez logrado esto, todo iría sobre rieles. Y en ese grupito había una pendeja que le encantaba, con una pinta de boludita total, de ése tipo de chicas que un personaje como él podrían meterse al bolsillo sin transpirar la camiseta. Un partido desigual, como si el Boca de Bianchi viniera a jugar un partido con 25 de Mayo o con Deportivo Nogoyá. El gordo Jorge le había explicado muy bien como hacer, con que boluditos tenía que amigarse para ir directo a la presa. El gordo “siempre tenía la justa” pensó. Así mientras se acercaba a su casa se dijo a sí mismo , ¡manos a la obra!.

miércoles, 2 de junio de 2010

Segunda Entrada de Brumas

Ami

Ella cumpliría 15 años en pocos meses. Mujercita emergiendo del capullo de la niñez, metamorfosis difícil, en el que el cuerpo va abriendo una huella que poco a poco comienza a seguir el alma, en una adaptación que muchas veces resulta penosa. Más aún para una chica solitaria como ella, no solitaria en el sentido de pertenencia a un grupo juvenil al que estaba integrada , sino porque era hija única y tenía una relación distante con su madre. Esa tarde como cualquier otra ella se preparaba para su clase de gimnasia.
Ami se miraba al espejo. Nunca estaba conforme con su aspecto. Pensaba que era fea.
Se sentía incomoda con su cuerpo. Sus ojos le parecían excesivamente redondos y su nariz desproporcionada con su cara. Sus senos incipientes la avergonzaban y la obligaban a adelantar los hombros en forma inconsciente. Resultaba inevitable la comparación con las otras compañeras, a las que consideraba más lindas y desenvueltas, como si la naturaleza le negara la belleza que anhelaba. Ami terminó de arreglarse el cabello haciendo que cayera sobre su frente para que ocultara el abominable acné, que persistía a pesar de los múltiples cosméticos , cremas y lociones, que en cantidades y en forma impulsiva usaba para eliminarlo. Se miró la remera que le parecía grande y fea, se alisó las tablas de su pollera de gimnasia y se dirigió hacia la puerta de calle. Caminó insegura contra la pared, desviando la mirada de un grupo de muchachos que lucían sus mountain bike por la calle de la siesta. Las risas de los chicos la ruborizaron a pesar que difícilmente se relacionaran con ella. Miró al grupo a través del reflejo de la vidriera de la perfumería , no vio a Fran . Desde hacía varios días que no lo veía y aunque nunca expresara con palabras sus deseos de verlo, cada vez que lo hacía su corazón palpitaba con más fuerza y una sensación extraña se apoderaba de su cuerpo . Como una inquietud especial, como un leve temblor que sacudía su interior , con epicentro en el ombligo. Una onda sísmica que al llegar a su cara le dibujaba una sonrisa fija, casi un rictus. Pero Fran no estaba , o no lo había visto. Continuó su camino y a las dos cuadras se encontró con Vale que la esperaba sentada , en el alféizar de una panadería , cerrada hace tanto tiempo que ninguna de las dos la conoció abierta nunca y sólo sabían que había sido una panadería por el decolorado letrero pintado con esmalte sintético con grandes letras que algún día fueron rojas formando un arco de medio punto sobre la puerta cerrada por candados y telarañas. Vale bajó de un salto apoyada en sus manos sobre el granito negruzco , depositando bruscamente ambos pies a la vez en la vereda con un ruido sonoro debido a sus zapatillas deportivas. Luego brincando se dirigió al encuentro de su amiga. La rodeó, la tomó del brazo izquierdo y le dio un beso ligero en la mejilla. Ambas chicas se alejaron calle abajo, dándose mutuos empellones , emitiendo agudos grititos y risas en sordina. Cuando llegaron al gimnasio se integraron al vivaz grupo de adolescentes uniformadas que se arremolinaba frente al portón de chapa .
El profesor estacionó su auto junto al cordón, descendió sonriente agitando el manojo de llaves sobre su cabeza, ante la risa nerviosa de sus alumnas que se cuchicheaban cosas al oído. Cuando la puerta se abrió el malón ingresó desordenado y estridente al amplio estadio cerrado. Ami y Vale formaron juntas en uno de los laterales de la cancha de Básquet. El profesor , con innecesarios anteojos para sol explicaba parado en el centro la rutina que realizarían . Las muchachas más interesadas en sus formas que en sus palabras movían los pies excitadas e intercambiando miradas plenas de picardía y complicidad. Comenzaron con un trote alrededor de la manzana.
Ami siempre se cansaba , más aún en los días previos a la menstruación cuando sus pies y manos se volvían pesados y sus pechos sensibles , turgentes, le dolían al correr.
Al doblar la última esquina ,Vale le dio un codazo en las costillas y entonces lo vio, Fran estaba sentado en su bicicleta con el pie sobre la vereda de la ochava opuesta. Ami lo miró y no pudo impedir sonreírle . El le correspondió la sonrisa.
La clase de gimnasia le pareció larga y tediosa. Pero al terminar Fran ya no estaba, la desilusión la invadió y una creciente contrariedad reemplazó la algarabía íntima que la colmaba momentos atrás. Al regresar a su casa se sentó en una silla en la galería y no habló ni con su madre ni con la vecina que la acompañaba, las voces le resultaban lejanas y molestas.



Fran

Él era delgado y pelilargo. De sonrisa fácil y bromas a flor de labios. Pero éste carácter aparentemente extrovertido ocultaba un mundo interior rico y personal del cual rara vez hablaba. Un mundo en el que por ejemplo su condición huérfano de padre, le insumía largas horas de cavilaciones. Al que incluso en su infancia , buscaba entre las estrellas , como si fuera posible verlo , dentro de ése cielo , que según le habían dicho lo alojaba. Y ahora en éste momento de su vida, muchas veces se comparaba con sus amigos, que tenían a su padre para hacer alguna pregunta o charlar algún problema. Pero bueno, él se había adaptado a su realidad, de hijo de padre muerto poco después que él naciera y paulatinamente eso se fue perdiendo en su inconsciente .
Fran esperaba verla, si bien experimentaba una profunda vergüenza y una profundo temor al ridículo, se levantó de un salto , haciendo temblar el banco de maderos transversales, cruzó de dos saltos la ancha vereda de la Plaza Libertad y subió a su bicicleta con una maniobra casi acrobática, levantando la rueda delantera que giraba en el aire sin tocar el suelo. La parada en la plaza , puede denominarse como una escala técnica, una escala técnica del espíritu, reabastecimiento de coraje .
Toda la mañana había estado pensando en que hacer. Cuando el zumbido agudo del radio despertador inundó su habitación , abrió sus ojos con el enorme esfuerzo de mover unos párpados duros , que seguramente pesaban varios kilogramos, tal vez toneladas. Las formas de su habitación fueron materializándose lentamente en su retina, saliendo de la neblina del sueño , como figuras fantasmales, como navíos emergiendo de la bruma en alta mar hacia la incierta claridad del día. Se sentó lentamente con su cuerpo encorvado , como si la fuerza de gravedad hubiese aumentado y lo atrajera hacia el lecho desordenado y tibio que quedaba a sus espaldas, como una tentación superada al ponerse de pie. Encendió la frecuencia modulada y Gustavo Cerati llenó el ambiente con “En la ciudad de la furia”.
Fran salio de su habitación atravesó el living apenas iluminado y se dirigió al baño. Siempre pensó que su casa estaba construida como si nunca se hubiera pensado en él, su habitación estaba a trasmano como un agregado tardío e improvisado. Miró el pasillo, un hilo de luz bajo la puerta del dormitorio de su madre le indicó que ya estaba despierta . El dormitorio de su hermana estaba cerrado. Ingresó al baño, abrió la canilla del lavatorio y se mojó la cara con agua fría , la vigilia comenzó a enseñorearse en plenitud de su persona. Se arrojó agua sobre el pelo largo y lo peinó hacia atrás. Se miró al espejo mientras se lavaba los dientes, hizo algunas muecas a su propia imagen y se dirigió nuevamente a su dormitorio, se vistió con el pantalón y la remera que estaban tirados sobre la silla de su pequeño escritorio y detuvo lentamente su mirada en el papel doblado que estaba sobre éste. Lo tomó lo abrió , reconoció su letra , sus dibujos en el ángulo superior izquierdo de la hoja, y releyó los versos que había escrito la noche anterior, volvió a plegar el papel y lo arrojó al interior del cajón. Pensó que hoy tendría que verla, quería hablar con Ami. La evocó con su vaquero y su remera celeste que tanto favorecían su figura y se decidió a ir a buscarla por la tarde. Revolvía lentamente el café con leche y colocaba mermelada sobre las tostadas que recién había preparado, mientras evaluaba las posibilidades y planeaba sus acciones de la tarde. Miró el reloj de la pared, ya era hora de salir, recogió su carpeta , se puso de pie y se dirigió a la calle. En la esquina se encontró con Facu y el negro Seba que venían caminando por calle Centenario, les dio la mano y juntos continuaron por Moreno hacia el Norte.
Conversaron de fútbol, el negro Seba comentó algo sobre el gurí Martínez, de la última carrera que había ganado en Paraná , Facu se quedó callado fanático hincha de Chevrolet miraba hacia la calle. Llegaron al colegio y entraron juntos riendo.
En la escalera se encontró con Matías que lo saludó con una palmada en la espalda, guiñándole un ojo y haciendo el signo de aprobación con el pulgar levantado. Seguro que algo había arreglado, el loco Matías era re entrador . En el patio a media mañana se volvieron a encontrar pero la cosa no dio para hablar, se produjo una pelea entre dos muchachos de 4º año y el espectáculo acaparó toda la atención. Luego la llegada del preceptor y dos profesores dispersó la multitud. Fran marchó a su casa, almorzó silencioso y pensativo. Luego tomó su bicicleta y marchó hacia el gimnasio, al llegar a la plaza sus dudas lo acosaron y se sentó en un banco, indeciso. Cuando el impulso lo llevó a montar su bicicleta y llegar hasta la esquina donde la vio pasar , notó su mirada y su sonrisa, no pudo impedir sonreír , luego se sintió como un tonto y se marchó por calle Belgrano.
Al llegar a su casa se tiró en la cama y colocó un disco compacto de Andrés Calamaro.

“Flaca no me claves tus puñales por la espalda, tan profundos no me duelen , no me hacen mal….” Cerró los ojos escuchando la música y se durmió.