martes, 15 de mayo de 2012

Gallito Ciego Novela Vigésimo Quinta Entrada


Gallito Ciego. Vigésimo Quinta Entrada

            Sostenía su pipa en la mano derecha. Tenía los ojos semicerrados como mirando  contra el sol.  El aroma a chocolate invadía todo el pequeño estudio. Realizó  un movimiento de negación con su cabeza y su larga cabellera gris se meció sobre su camisa a cuadros.
-Mire Ezequiel-me dijo-yo no creo que las cosas sean así como usted sospecha, para nada. He leído mucho sobre la reencarnación. Sobre el concepto hinduista de la reencarnación .Y lo que usted relata, dando por sentado que lo que usted entendió es la verdadera intención  de éstos individuos. No, no. No debemos tratar de interpretarlo por ése lado. Los hinduistas tienen una concepción bastante compleja. Creen en una rueda de reencarnaciones. Le diría, Ezequiel, prácticamente basadas en conceptos morales. Pero absolutamente dependientes de la persona, del ente, o alma individual. A la que llaman  Atman. Por naturaleza imperfecta, que puede empeorarse por las acciones que realiza o mejorarse hasta llegar a un estado de perfección en el cual se funde con el alma universal o Brahmán. Dependiendo de las acciones buenas o malas, el alma se reencarna en una existencia superior, intermedia o inferior. Esto incluye desde estados de existencia celestiales a infernales, siendo la vida humana un estado intermedio. Este incesante proceso recibe el nombre de samsâra o vagabundeo. Y su posición en el ciclo siguiente depende de lo que los hinduistas llaman karma que es el conjunto de acciones  realizadas en la vida y que pueden tener un saldo, por así decirlo positivo  o negativo.-se detuvo un momento para vaciar su pipa en un cenicero de madera torneada que se encontraba junto al sillón. Realizó esta tarea con una meticulosidad digna de un neurocirujano. Luego se puso de pie con dificultad, apoyando ambas manos en los apoyabrazos del sillón de paño rosado. Caminó lentamente hasta los anaqueles de la biblioteca que tenía a su espalda y poniéndose casi en punta de pie extrajo un tomo de color habano. Lo abrió y se quedó hojeándolo de forma distraída como si se encontrara  en la más absoluta soledad. Me removí incomodo en mi sillón. Ignoró mi gesto. Después de un rato dejó el libro sobre la pequeña mesa redonda que nos separaba y se dirigió hacia el cristalero de la pared lateral extrajo dos copas y vertió coñac Reserva San Juan. Me acercó la copa y permaneció pensativo.
-¿Usted profesor cree que lo que yo le conté es un desvarió?-le pregunté con dificultad debido a que mi boca se había secado de tal forma que sentía la lengua pastosa y la garganta me ardía.
-No le voy a negar, que es una de la posibilidades que evalúo.-me contestó mirando la bebida que movía en forma circular con vaivenes de su mano- no obstante me puse a leer ése libro que usted ve ahí.¿Sabe por qué lo hice? Pensé que quizás lo que usted me planteaba se parecía más a un fenómeno que se llama palingenesia, que es distinto del de trasmigración de los hinduistas, es un concepto propio del budismo y quizás también de la cultura Shinto japonesa. La dificultad radica en que ellos niegan la existencia de un alma trascendente, hasta tal punto que la tradición zen del budismo prácticamente ignora la reencarnación, no así la tibetana que cree que un nuevo ser puede nacer a consecuencia de los actos de otro ser anterior, pero distinto. Es muy complejo para nosotros desde nuestra formación occidental poder asimilar éstos conceptos. Por eso vuelvo a decirle que no, que no es desde éste punto de vista que podremos entender lo que ése grupo al que usted se refiere intenta