jueves, 6 de octubre de 2011

Gallito Ciego Quinta Entrada

Gallito Ciego  Quinta Entrada


De regreso pensé en lo ridículo de aquella situación, no se por qué se me había ocurrido entrevistar a esa mujer. Pero la verdad que su declaración en la comisaría había sido por demás llamativa. No obstante, lo estúpido de todo aquello, algo me hacía dudar. En algún resquicio de mi mente, una voz me decía que ella decía la verdad. O por lo menos que no mentía. Sinceramente creía haber visto a Serra en la calle aquella mañana. Y las preguntas que me hizo no eran del todo descabelladas. ¿Cómo era posible que nadie hubiera advertido un cadáver de tantos días? Por lo que me habían dicho ése lugar  estaba lleno de gente ése domingo. Raro, muy raro.
A ésa hora del mediodía el tránsito era un verdadero infierno. Pero yo manejaba como un autómata ensimismado. Llegué a la redacción casi sin darme cuenta, tenía la sensación que había conducido mal aquel reportaje, que me había inmiscuido en el relato de la mujer, que había expresado cierta agresividad que quizás había perjudicado la posibilidad de obtener más información. Saludé a García que era el único que se encontraba a ésa hora, coloqué la carpeta con las notas sobre la máquina expendedora de café y me serví un cortado. Me dirigí a mi escritorio y me tiré sobre la silla dejando caer  mi cuerpo como un peso muerto. Permanecí en silencio bebiendo sorbo a sorbo. Luego extraje mi celular del bolsillo del pantalón, me he prometido mil veces comprarme un estuche para el cinto, pero nunca lo hice.
Busqué el número de el encargado del cementerio de Guernica donde sepultaron a Serra, un tal Videla. Lo llamé para concertar una entrevista, el tipo atendió al primer llamado. Esa misma tarde fui a verlo a su casa, esperaba que semejante viaje y a ésa hora valiera la pena. No me gustaría terminar como Serra con dos o tres respiraderos extra. El caso de Serra no  era llamativo por  su asesinato, ya que lamentablemente eso ocurre a diario, sino por la aparición de su cadáver en una iglesia a kilómetros de su lugar de entierro y por el relato de ésa mujer que dice haberlo visto caminando.

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