lunes, 7 de febrero de 2011

Tercera Parte de Brumas. Séptima Entrada

Dos más

Luego ambas se retiraron serías, cansadas de simular una alegría que no sentían.

Ami recordaba esas cosas mientras caminaba hacia la casa de Mili, habían acordado

encontrarse con Flor y con Delfi, la más baja de las mellizas Ardiles.

Estas no sabían nada del plan que ambas tenían. Tampoco sabían cual sería su

reacción cuando se lo contaran. Eso en parte , tenía inquieta a Ami.

La incertidumbre. Su obsesión no admitía dudas, no admitía la más mínima

posibilidad de fracaso. Para ella esta cuestión se había convertido en el tema

central de su vida y cada cosa que hacía , tendía a éste fin. Su única esperanza

eran estas dos mujeres, su amiga y la hermana de Milagros. Con Vale se había

distanciado luego que supo la verdad, sobre Fran y Mili, luego que supo que era

un espíritu leve, superficial. Más preocupada por la apariencia que por otra cosa.

Además la actitud de Vale, frente a la muerte de Fran, fue muy distante. Ami jamás pensó que debía fingir un dolor que no sentía. Pues nunca sintió especial afecto hacia él, desde siempre, desde que lo conoció. Siempre tenía un comentario desfavorable que hacer. O una burla. Pero debió ser más solidaria con ella, que siempre continuó enamorada de él a pesar de todo lo acontecido. Pero no fue así, tomó las cosas con una ligereza que a Ami primero sorprendió y luego lastimó profundamente. Entre ambas se abrió una grieta, una falla geológica que las separó para siempre. Si bien no hacía mucho tiempo, apenas meses, lo definitivo de aquel cisma de su amistad, era un hecho indubitable. De la amistad que alguna vez las unió , o que Ami pensó que las unió, pues ahora después de todas las claudicaciones de Vale, no estaba muy convencida que alguna vez existiera una verdadera amistad, sincera y con ése vinculo emocional indispensable para que una relación de éste tipo se desarrolle. Si se quiere a una amiga Pensaba Ami. ¿Se puede mentirle con respecto a su pareja, introduciendo el germen de la discordia? ¿Se puede ser tan indiferente en una momento tan difícil como el que ella había pasado cuando el accidente? ¿Se puede ser tan superficial, como para no entender el remordimiento, la pena, la desesperación? No, no se puede. La amistad no permite ése tipo de claudicaciones morales. La amistad es un fenómeno de contrastes extremos, existe o no existe. Nadie puede ser más o menos amiga de alguien. Se es , con toda la carga de obligaciones y derechos que ello implica o no se es amiga y punto. Eso pensó Ami. Y si bien nunca la confrontó con sus defecciones, en su interior algo se rompió para siempre. Y Vale pasó a otra categoría, alejada de lo íntimo, más parecida a un elemento decorativo, a un árbol , a un semáforo.

Por lo tanto sólo Flor , cálida y solidaria por naturaleza, era su única amiga, la única persona en la que podía confiar. Además de Mili su compañera en ésta empresa.

A Delfi la conocía poco y nada. Pero por referencias de su hermana, sabía que apreciaba mucho a Fran, y que estaba unida a su hermana con un lazo mucho más fuerte que lo que se observa normalmente entre hermanos. Quizás se debía a que eran mellizas.

Ami siempre pensó que los mellizos de alguna forma , eran más hermanos . Estaban más unidos entre sí por el período común vivido dentro del vientre materno. Ami incluso pensaba que los mellizos hasta podían tener percepciones comunes y que lo que percibía uno de ellos podía ser receptado por el otro. Si uno de los mellizos sufría un dolor también el otro lo podría experimentar. Pensaba que de alguna forma tenían percepciones comunes. Una ligazón íntima que se extendía más allá de su cuerpo , en el cuerpo del otro. Para ella los mellizos eran dos personas que en realidad debían haber sido una sola, como si un ser único se dividiera en dos seres idénticos. La falta de semejanza exacta entre las dos hermanas Ardiles, es una cosa que de alguna forma desconcertaba a Ami y contradecía gran parte de sus fantasías al respecto de éste tipo de parentesco. Ami en realidad, siempre había soñado con un hermano, aunque nunca lo había tenido. De alguna forma la soledad había marcado su infancia. Siempre solitaria, hasta su ingreso en la guardería y más tarde en el preescolar. Ella, pensaba para sí, debía tener un record de años en distintas guarderías, escuelas e institutos distintos. Eran muy pocos los recuerdos que tenía de haber permanecido, en su infancia, en su casa con su madre. Siempre al cuidado de alguna vecina, o en alguna institución. Claro su madre sola siempre tuvo que trabajar. Por las noches volvía tarde y cansada , recuerda verla sentada callada frente al televisor, durante largas horas. Elena , la autista, ese era el apelativo íntimo con que pensaba en ella durante su adolescencia. Luego en la medida que fue creciendo, en la medida en que su madre se volvió más y más agresiva, ya no pensó más en ella, ni le puso apelativo alguno, simplemente la expulsó de su corazón.

Caminando por la vereda de Plaza Entre Ríos, Ami pensaba éstas cosas.

Cruzó la calle Tristán Frutos y continúo caminando junto al adoquinado, llegó al portón metálico del playón y golpeó varias veces. Unos pasos resonaron en el pavimento y de pronto la figura de Mili apareció al abrirse la puerta. La hizo ingresar con un gesto al amplio espacio techado, donde sólo un camión Scania blanco con la cabina rebatida evidentemente estaba en reparación o revisación. Descansando su mole inmensa de tanto trajinar. Caminaron hacia el interior de la casa y se dirigieron al dormitorio de las mellizas donde ya se encontraban Flor y Delfi tomando mate sentadas en el piso.

Ambas estaban sorprendidas por aquella reunión. Y sobre todo por el sigilo con que Mili se había manejado, sin querer llamar la atención de sus padres ni de su hermano menor. En ése momento los tres habían salido, por lo que la casa entera estaba a disposición de las cuatro muchachas. Ami se sentó sobre un almohadón que se encontraba junto a Flor, tomó a ésta del brazo y permaneció un momento en silencio.

Luego como para si misma dijo.

-Yo creo tener algo pendiente en mi vida. Algo que me destruye desde mi propio interior. Y no me deja en paz ni de noche ni de día. Y creo haber encontrado una posibilidad de aliviar mi dolor. Y necesito que ustedes me ayuden. Yo no las puedo obligar. Con Mili estamos de acuerdo en hacerlo. Pero no podemos hacerlo solas

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