lunes, 28 de febrero de 2011

Tercera parte de Brumas Novena Entrada

El presagio del negro Seba

El negro Seba se sentía bastante raro. Como desubicado. En pocos meses había perdido a un amigo en un accidente y su otro amigo, después de resueltos sus problemas de ingreso había emigrado a estudiar a Rosario.. El pensó en ir a estudiar algo, pero, ya se sabe que sus habilidades intelectuales no eran las más explotadas. Ya el secundario le había costado un Perú, no se veía a si mismo en las universidades, o con todo ésos tipos que se pasan todo el día estudiando y hablando de tipos raros. De sabios , escritores y filósofos de los cuales el jamás había escuchado hablar. No , eso no era para él.

Extrañaba a sus amigos. Muchas veces se sentía solo y pensativo. Si bien su personalidad , extrovertida, le permitía entablar rápidas relaciones en cualquier ámbito.

De tanto en tanto tomaba el teléfono y lo hablaba a Facu. Le preguntaba cuando volvería por unos días, planificaba, las actividades, que iban desempeñar juntos. Y este contacto si bien distante, le devolvía de alguna forma aquellos años de la infancia y la adolescencia en que habían crecido felices . Años de sueños dorados, de infinitas posibilidades. En lo que todo está por hacer, y en los que la omnipotencia de la juventud nos transforma en superhombres. Luego poco a poco la vida nos quita los superpoderes.

Y nos deposita en la terrenalidad de la posible. Tampoco quería llamar a su amigo tan seguido, lo hacía solo de vez en cuando. Pero en ésa última conversación había notado una inquietud en la voz de Facu, en sus preguntas sobre como andaba todo . Como si esperara que le relatara algo extraordinario. Quizás era solo su impresión . Conociendo la imaginación florida de éste, no lo sorprendería que estuviera pensando en cosas raras. Era muy característico de él. Pero no obstante , ésa sensación , sobrevoló por el ánimo del negro Seba. Como una nube de inquietud. Como una bandada de cuervos premonitorios.

Tal vez era la sensación de estarse perdiendo algo. De notarse afuera de algún pacto secreto. Esa sensación que lo había ganado luego de la charla que había mantenido con Mili. Él la había buscado por su casa, como lo hacía habitualmente, para salir a dar una vuelta. Para conversar, como tantas veces antes. Tenía el deseo de hablar con ella, sobre todo lo ocurrido. De convencerla de que todo debe dejarse atrás. Que nada se puede hacer contra el destino. Convencerla que ya era hora, que todos ellos miraran hacia delante. Dejaran aquel dolor apartado en el fondo de sus corazones. Como un elemento más de su paisaje interior, incorporado, pero no omnipresente. Claro , que el negro Seba no lo pensaba con las palabras con que yo lo explico. El tenía pensado contarle a Mili, lo de la nube en el cielo, lo de la risa de su amigo resonando en su cabeza. Como un mensaje. Como si Fran le avisara que estaba bien donde estaba. Como si les pidiera que ya se olvidaran de él y de su destino trágico. Que lo dejaran volar , por que el negro Seba imaginaba que los muertos vuelan, que lo dejaran volar donde debía ir. Y que no lo detuvieran más con sus recuerdos y con su pena. Todo esto había pensado antes de ir a buscarla. Tenía la necesidad de decírselo. De convencerla, de hacerla salir de su profunda melancolía. El sabía que ella lo había querido mucho. Que secretamente probablemente lo amara. Pero sus palabras sólo se encontraron con unos ojos tristes y ausentes, que lo miraban sin verlo. Con una boca , otrora locuaz, que solo contestaba con monosílabos. Con una economía de palabras significativa. En definitiva lo del negro solo fue un monologo y se figuró ser una pelota rebotando contra un frontón.

Como un predicador ante un auditorio de sordos de nacimiento. Subido a una tarima ante una multitud indiferente. Por eso le quedó ése regusto amargo en la boca, que ahora volvía reavivarse con la conversación que había mantenido con su amigo estudiante.

Y en él se fue presentando el presagio, como una sombra que envolvía su espíritu .

Como aquel que espera un acontecimiento, desconocido, pero que teme terrible.

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