miércoles, 13 de noviembre de 2013

Gallito Ciego Novela. Cuadragésimo Cuarta Entrada

Continúo con la historia, probablemente un poco enrevesada pero poco a poco   todo toma sentido... Espero les agrade.



-No es necesario que te pregunte si recuerdas al Oso Videla y a Serra. Conozco la respuesta-guardé silencio y lo miré-Durante años busqué la forma de demostrar su participación en todo aquello. Pero no lo pude hacer. Nadie pudo realmente relacionarlos. Con pruebas, claro, con testimonios. Vos y yo lo sabemos. Probablemente más yo que vos. Pero sabés que no miento.-Él me miró en silencio y asintió con un leve movimiento de cabeza. Le hice un gesto preguntándole si era posible fumar. Después de todo era la casa de un médico. Se puso de pie fue hacia  la biblioteca y me trajo un cenicero triangular de bronce. Su estado impecable me demostraba que nadie lo había usado en años. Si es que alguien lo había usado alguna vez. Extraje un parisienes lo encendí, di una profunda pitada, sentí el humo ingresar en mis pulmones.- Hace mucho tiempo que trato de saber de las actividades de éstos tipos.  Ninguno de los dos era un intelectual. Más vale eran toscos soldados. Fanáticos. Su ideología sabes muy bien, era básica. Una especie de nacionalismo troglodita. Irracional. Su origen en grupos de la derecha violenta del primer lustro de los setenta.-me detuve para fumar. Fernando me miraba con un gesto en el que adiviné el aburrimiento- Me doy cuenta que  todo esto ya lo sabés y que como me has dicho antes no te interesa demasiado. O por lo menos no es algo de lo que tengas ganas de ocuparte ahora, después de tantos años y de tantas penurias.
-Si Horacio, sabés muy bien que es así-me dijo mientras con su mano derecha acariciaba el pasamanos del sillón y su mirada se perdía en un punto indefinido de la pared.- hace unos minutos te lo he repetido. No se a que viene toda esta historia.
-Lo que pasa es que últimamente han ocurrido algunas cosas muy raras-dije tratando de disimular mi ansiedad mientras apagaba el cigarrillo en el cenicero inmaculado-Todo empezó unos meses atrás. Al principio nada que me sorprendiera realmente. Pero después las cosas se tornaron más serias. Volviendo a las historias viejas. ¿Recordás por qué al Brujo le llamaban Brujo?-él me miró con un gesto por demás elocuente. Evidentemente pensaba que quizás yo sufriera una especie de alienación y requiriera de su atención profesional. Luego con la cabeza realizó un gesto de afirmación. Yo diría que condescendiente o quizás más adecuadamente piadoso- Siempre se relacionó a López Rega con actividades esotéricas. Con magia negra y todas esas patrañas. Hasta se dijo que a los pies de la cama del general agonizante, realizaba ritos e invocaciones. Bueno para no aburrirte, el grupo de estos tipos al parecer también sigue el mismo camino- Fernando inconscientemente abrió sus ojos en una clara demostración de sorpresa, luego  frunció el ceño, respiró profundamente y me dijo con un tono que demostraba incredulidad
-¿Viniste para hablarme de magia negra? No puedo creerlo. Si no te conociera de tanto tiempo pensaría que estoy hablando con un loco.-Se inclinó hacia delante apoyando sus codos en las rodillas para estar más cerca de mí  y con vos casi susurrada  continuó-¿hace mucho que estás relacionado con ese ambiente?
Con mis palmas hacia delante como quien pretende detener algo que se le viene encima, negué con la cabeza. Extraje otro cigarrillo y lo encendí. Había comenzado a dudar de la oportunidad de haber venido. O mejor dicho de su utilidad. ¡Lo que tenía para contar era tan disparatado! Traté de buscar un argumento, una comparación quizás me ayudaría a explicarme
-No-le dije-no me malinterpretes. Yo no creo en la magia negra. Ni en nada que se le parezca. Nunca he afirmado semejante cosa. Solo he dicho que López Rega el creador de la triple A, tenía esas creencias. Y hace poco descubrí que éstos aparentemente  siguen ése camino.
-¡Esos tipos son vulgares asesinos!- me interrumpió Fernando- con o sin brujería o satanismo. La realidad de sus actos han superado la imaginación del más cruel de los brujos. Quizás no la de El Brujo. Ellos trajeron el infierno a la tierra. Lo sabés. Pero nadie sobrevivió para inculparlos. Punto.
-Ya lo sé- le dije conociendo el temperamento explosivo que él ocultaba tras su apariencia calma.- Ya lo sé. Pero ellos forman parte de una banda de fanáticos. Y han reclutado gente para su causa. No sé que es lo que traman. Pero traman algo grande. No sé que cosa. Si secuestros, homicidios, desapariciones. No sé. Pero algo importante seguramente. Y en el medio de todo eso están las ceremonias. Invocaciones. Adoctrinamiento. Así como los fanáticos de algunos grupos del Islam se inmolan en nombre del Corán. Y es casi imposible prevenir sus actos. ¿Qué castigo se puede aplicar mayor que la muerte? Y ellos se suicidan. Quedan fuera de todo sistema punitorio. En el campo de lo irracional. Estos tipos están tomando ése camino y por eso les temo. –me detuve.
- Existen muchos grupos espiritistas en nuestro país.  Si lees los diarios con atención  encontrarás todas las semanas dos o tres cosas relacionadas con su accionar. Es el imperio de la ignorancia nada más.- me contestó ahora sereno.
- Sí, pero lo de éstos tipos es diferente. Intuyo que es diferente.-dije un tanto desalentado-Ellos de alguna forma quieren volver a un pasado de violencia. Instalar otra vez el reino del terror. Pero bueno no tiene mayor importancia. Solo quería comentártelo , ahora se me hace tarde.- dicho esto me puse de pie y le ofrecí mi mano.
Mientras se la estrechaba, miré la foto en el Zócalo. Ahora me pareció algo parecido a los retratos que se encuentran en las tumbas. Solo recuerdan lo que ya no es.

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