domingo, 5 de diciembre de 2010

Tercera Parte de Brumas. Primera Entrada

TERCERA o FINAL



Cuando mis ojos cerrados.
Por siempre oscurecidos.
Ciegos, sin luz.
Volveré así, callado.
En la brisa, descarnado.
A tocarte.





El cuaderno de Facu.

La letra abigarrada, inclinada hacia la derecha, no hacía la lectura fácil. Al menos al principio. Después, sus ojos se fueron acostumbrando, a esa letra pequeña y compacta.
Después, estuvo tan absorta en la lectura, que la percepción visual se fue transformando en una voz que en aquel silencio de las noches invernales le fue relatando aquella historia. Aquella historia final .Tanto despropósito. Tanto dolor injusto. Historia que completaba , los fragmentados relatos escritos por su hijo, en forma desordenada , en papeles desparramados. Hoy manchados con la salitrosa humedad de sus lágrimas y ajados de tanto estrujarlos, en busca de la esencia de quien los escribió. En busca de un residuo, de un rastro , que pudiera haber escapado de aquella muerte brusca, inesperada.
De aquella ráfaga final de la tormenta, que derribó los muros de su refugio, cuando ya se veía el sol en el horizonte. Cuando la esperanza de la calma, se nutría de certezas.
Zarpazo mortal de la fiera fatalmente herida.
Y en aquella historia , que le había llegado en un cuaderno de tapas anaranjadas, como los que usan los niños de educación primaria, se sumergía. Como se sumergen los buzos tácticos en los restos de un naufragio, en aguas turbias.

“Yo ya no estaré mucho tiempo en Nogoyá. Con los primeros días del Otoño debo radicarme fuera de la ciudad , por razones de estudio. Antes de dedicarme exclusivamente a mi futuro, deseo clausurar el pasado. En realidad la palabra clausurar no es la más adecuada. Y probablemente a usted hasta le habrá sonado ofensiva. Cumplir con el pasado. Contribuir a su esclarecimiento, saldar la deuda que mi amistad, me impuso. Para que mi espíritu se sienta liberado. Para que el futuro se vea liberado de sombras y poder volver a recorrer éstas calles tan queridas, con la tranquilidad de los leales.
Muchos meses , casi un año , me llevó averiguar lo que sé. No es mucho , pero son indicios. Usted alguna vez, me preguntó, de que se trataba todo esto. Y yo no pude responderle. Le contesté que si estaba a mi alcance , lo ayudaría. No fue así.
Y hasta el día de hoy me pregunto ¿Por qué?. Y no obtengo respuestas
Por eso le quiero hacer llegar éstas notas. No pude ayudarlo a él pero por lo menos trataré de ayudarla a usted a lograr el sosiego.
Aquella noche , para mi, fue una de las más terribles de mi vida. Aquello fue un golpe demoledor, para todos nosotros los que éramos sus amigos. Nos mirábamos unos a otros, nos abrazábamos, nos hablábamos sin poder encontrar respuestas.
Poco a poco, la realidad se fue imponiendo al desconcierto que inicialmente nos invadió. Usted sabe que Milagros incluso fue a la jefatura . Que trató de hacer conocer su opinión, su punto de vista. De todos modos fue inútil. El asunto estaba esclarecido.
El accidente. Otros hasta incluso hablaron del suicidio . Las voces se corren, la gente opina, con opiniones ligeras y eso va marchando como la llama en un reguero de pólvora. Hasta conformar una versión alejada de la realidad. Como un espejismo.
Lo que podríamos llamar la opinión pública, lo que a los ojos de los extraños es una verdad irrefutable, pero que hunde sus cimientos en el fango. Cómo un edificio de papel que visto a la distancia, aparenta una fortaleza de la que carece. Disfraz de tigre que oculta al tigre verdadero. Lo que yo sé , la verdad, puede parecer menos verosímil que la fantasía. Y todavía ésta verdad puede traer otras catástrofes.
¿Usted cree en el destino? Yo por mucho tiempo no lo hice. Siempre pensé que la razón explicaría todos los fenómenos vitales y físicos que se presentaran ante mis ojos.
pero hoy, le confieso que dudo de ello. A Fran lo tragó el reino de las sombras, que lo perseguía. Que tarde o temprano lo alcanzaría. Eran inútiles los esfuerzos por huir, por escapar, por cambiar ése destino oscuro, aciago, inmodificable.
Y es probable que con él no terminen los acontecimientos desencadenados en ésta dinámica de lo incomprensible.
Los de la camioneta lo buscaron para asustarlo, yo estoy convencido de ello, y charlas que he mantenido con allegados a éstos, lo confirman.

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