viernes, 15 de octubre de 2010

Segunda parte de Brumas Quinta Entrada

Milagros.

Mili, la más alta de las mellizas Ardiles, se encontraba sentada frente a la pequeña mesa de madera, en una silla metálica gris descascarado con el asiento y el respaldo cubierto por una cuerina verde oscura. Áspera , entre cuyas rugosidades la tierra se había pegado dándole un fondo grisáceo. Los resortes , se marcaban sobre la cuerina del asiento , amenazando con romperla en cualquier momento e irrumpir al exterior con su aspecto viejo y oxidado, con jirones de estopa gris blanquecina adheridos a ellos, como banderolas. Ella sentada en el borde de la vieja silla, tenía sus largas piernas cruzadas bajo la misma, pasando un pie tras el otro. El tronco doblado hacia delante, apoyando sus antebrazos sobre la mesa despojada de objetos. Construida en madera oscura , en su plano presentaba múltiples surcos que formaban dibujos o nombres, superpuestos unos sobre otros. Algunos cubiertos de antiguas capas de cera lo que denotaba su antigüedad otros trazos más francos, más claros , eran de origen más reciente.
Ella distraída pasaba el pulpejo de sus dedos, por ellos, palpándolos. Como ejercitando un braille que en realidad ignoraba y desde ya no necesitaba, pues sus hermosos ojos café, rasgados como de gata, tenían visión perfecta. Además de los dibujos y de los nombres , también se podían leer obscenidades o caricaturas de genitales desproporcionados a los cuerpos que los poseían. Ella los palpaba con sus dedos largos.
El ventanal a su izquierda dejaba ver las copas de los árboles del otro lado de la calle, de esta solo se escuchaba sonido de los autos al pasar. Algún bocinazo aislado. Alguna voz de un saludo o de un vendedor. Frente a ella en una pared blanca pintada a la cal, que alguna vez fue celeste, a juzgar por el color que asoma tras la pintura descascarada
un gran mapa de Entre Ríos , amarillento por el tiempo, muestra la división política de la provincia. A su lado un cuadro de marco marrón oscuro, de considerables dimensiones, contiene un plano del Departamento Nogoyá , con las comisarías distritales marcadas con pequeñas figuras geométricas de color rojo. Bajo ellos una estantería de madera , tosca, opaca contiene innumerables carpetas en diversos tonos, amarillas, celestes, naranjas , colocadas una al lado de la otra o apiladas en hatillos sujetos con hilo de algodón y cubiertos de polvo. Perdido entre ellas un pequeño pedestal de madera portaba un mástil con un Pabellón Entrerriano descolorido, las bandas celestes casi grisáceas , el blanco percudido y el listón rojo que había adquirido el color de una ciruela madura , pero opaco como sangre seca. Ella pensó que quizás la sangre derramada en la organización nacional pudo haberse secado, pero no la de la juventud entrerriana en busca de un futuro mejor. Miró el techo de machimbre alto de donde pendían los conjuntos de tubos fluorescentes a través de un par de caños negros sucios con caca de millones de moscas a través de millones de años en que no se limpiaban. A su derecha en una pared dominada por tres muebles metálicos grises que se apoyaban contra ella , otro cuadro mostraba el escudo de Entre Ríos, verde y rojo, rodeado de una soga, con el sol y la estrella. Y con las manos enlazadas y los laureles.
Detuvo en él su mirada , quizás por la incidencia de la luz o por haber sido colocado en fecha más reciente aparecía limpio y de colores firmes. El escudo de Entre Ríos es de los más originales y por cierto de los más lindos de la República Argentina.
Uno de los muebles metálicos estaba sobre tacos de madera, seguramente sus patas colapsaron por el peso o por el tiempo y los tacos de madera eran para equilibrarlo.
El hombre joven, tenía la cabeza casi rapada completamente, solo un corto pelo negro sobre los parietales, vestía una camisa gris con el cuello abierto que enmarcaba su rostro bien afeitado, trajo consigo una laptop la conectó a un terminal bajo la mesa para ponerla en línea con el sistema . Se levantó sonriendo a Mili, buscó un gran cenicero de vidrio con el contorno lleno de aristas , lo colocó a su derecha luego extrayendo una atado de L&M corto en cajita, sacó un cigarrillo y lo prendió con un encendedor a gas verde translúcido. Abrió a su izquierda una carpeta de cartón que había traído consigo, tamaño oficio , de color amarillo pálido. Levantando la vista con una sonrisa dirigida hacia la chica le preguntó
-Nombre completo, estado civil y domicilio
- Milagros del Carmen Ardiles, soltera, Hipólito Irigoyen s/n
-¿Ciudad?- preguntó a su vez el policía
- Si aquí en Nogoyá- contestó Mili.
-¿Fecha de nacimiento?- preguntó ésta vez el hombre rapado.
- Nací aquí en Nogoyá , el 30 de Octubre de 1984.- contestó la melliza tirándose hacia atrás en la silla.
El hombre comenzó a escribir sobre el teclado de la note book, mientras su cigarrillo pendía de la comisura del labio y el humo le hacía entrecerrar los ojos. Al cabo de unos momentos dijo.
- Bueno ahora sí, cuéntenos lo que vino a contar, la escucho.


Soledad marca el camino.

Él la había sacado a pasear en la moto, ella se lo había pedido. No era frecuente, pero ella se lo había pedido. Ella nunca le pedía nada . Supuso que era para verlo a Santiago, desde varios días atrás que no la buscaba y seguro que estarían distanciados. Pero ella era así. Nada se le notaba. Igual si estaba contenta o estaba triste. Siempre la misma cara la misma mueca, casi automática. El la miró en silencio , sorprendido, pensando que quizás se trataría de una broma más de su hermana que últimamente , lo había tomado medio para la chacota. Pero no, ella deseaba de verdad que él la sacara a pasear, que le diera una vuelta por el pueblo, por el centro, por el Boulevard España, por el Paseo de los Puentes. Era seguro que su Santi andaba retobado . En realidad él a esa hora nunca la buscaba, pero las mujeres son tan raras. ¡Mirá que se lo contaría a él!.
La mayor sorpresa fue cuando le pidió ir hacia el lado del Cementerio por 25 de Mayo, descendieron la pendiente desde la Plaza Libertad hasta calle Catamarca, luego sobre terreno llano cruzaron Mendoza, La Rioja, Carbó , pasando delante del Barrio San Miguel y de Campo de Deportes de los Maristas, el paredón de las Carmelitas, volviendo a trepar hacia Barrio Parque hasta por fin llegar a la rotonda del Cementerio. Ella le pidió que doblara a la izquierda por el camino que conduce al basural municipal, desviándose a los 80 metros hacia la derecha en el origen del camino que lleva al distrito Montoya.
- Seguí por acá-le dijo Sole. Fueron internándose por el camino que transcurre entre el paredón del Cementerio al Oeste y la arboleda donde vivían los hermanos Calero al Este, dónde se ve la antigua quinta con sus hileras de naranjos y pomelos fantasmales, vencidos por el tiempo y un viejo Molino que sobresale de la arboleda con su torre vestida de Santa Rita, por lo que parece que su rueda gira sujeta a los árboles, como un gigantesco girasol de hierro. Avanzaron por el camino de tierra, surcado por dos huellas paralelas compactadas que brillaban con el sol de la tarde, apenas alguna irregularidad hacía trabajar los amortiguadores delanteros.
- ¿Dónde vamos ahora?- le preguntó Fran a su hermana , sorprendido- mirá que yo tengo que reunirme con los muchachos dentro de un rato, por el tema del viaje.
- Vos seguí un poco más hasta pasar el puente, yo te voy a enseñar un lugar y luego te voy a decir , para que te lo enseño-contestó la chica.
- ¡Pero estás llena de misterios hoy, hermanita!- gritó el muchacho sobre el ruido del motor y el zumbido del viento.
- ¡ Dale pendejo, vos seguí!- gritó ella a su vez- ya no falta tanto y nos volvemos. Yo también tengo que bañarme porque tengo que salir con Santi esta noche.
- Bueno loquita, lo que vos digas pero hasta Victoria no llego, eso desde ya te lo aclaro- dijo el conductor mientras atravesaban el puente sobre el arroyo Malo. Puente embrujado según cuentan. Donde se reúnen los muertos escapados del cementerio y las almas que vagan penando por los campos, por los montes, por las cañadas y zanjones. Encendiendo hogueras en los árboles de la vera del camino, iluminando la noche con fuegos fantasmales. Percibidos por las bestias que se oponen a seguir camino luego de la hora del ocaso. A trasponer ése portal maldito. Fran jamás había escuchado eso, ni siquiera de su amigo Facu, tan afecto a las historias, las leyendas y las lecturas. Soledad si lo había escuchado por eso no pudo impedir que se le erizara la piel y que un temblor interior la invadiera haciéndola vibrar , como un escalofrío. Como había vibrado la primera vez hace muchos años que cruzó ése puente con el mismo propósito, que la traía hoy.
- Ves aquella casa allá lejos, rodeada de árboles , bien metida adentro del campo
- Sí , la veo. – contestó Fran
- Bueno ahí , vive una mujer que te puede ayudar. Es una vidente, que tiene poderes, ella puede ayudarte a salir adelante, a recuperar tu ex novia si querés o a lo que sea. Pero tenés que venir solo . No podes venir con nadie. Yo te muestro donde es , nada más pendejo, después vos haces tu juego.
- ¡Para esto me trajiste hasta acá, Sole!- dijo Fran mientras detenía la marcha de la moto y giraba la cabeza para mirar a su hermana , a la cara- Vos estás de la nuca, nena. – agregó mientras giraba en redondo emprendiendo el regreso.
- Yo te muestro donde es , vos haces lo que quieras pendejo.-contestó ella.
El sol se colaba entre los cipreses del cementerio, proyectando sombras transversales sobre el camino. Al subir al asfalto de 25 de Mayo , aceleró la moto haciendo volar el pelo de la muchacha que se prendió a su cintura. Doblaron por Arturo Illia rodeando el Convento hacia San Martín pasaron por delante del Barrio Lisandro de la Torre y del predio del club 9 de Julio ,doblando por Guemes hacia el Hospital llegando a Mendoza en la plazoleta de San Lorenzo y desembocando por fin en Boulevard Sarmiento. Fran bajó a su hermana con una mezcla de fastidio y de sorpresa. Ella lo miró con una sonrisa pícara, lo besó en la mejilla y se fue casi corriendo por la puertita del costado, entrando por el pasillo.
La verdad que ella nunca le pedía nada. Pero éste paseo había sido realmente extraño. Una vidente. Si Facu se lo hubiera recomendado, era creíble , viniendo de un tipo imaginativo. Pero viniendo de su hermana era algo parecido a pensar que el negro Seba lo invitaría a una partida de ajedrez o a un debate en un cine club sobre una película de culto. Simplemente impensable, pero evidentemente uno nunca termina de conocer a las personas. Miró su reloj tenía tiempo , una hora y media para la reunión con los muchachos, por el asunto del viaje. Daría una vuelta para hacer tiempo, quizás por ahí , la vería. Siempre en el fondo de su corazón deseaba verla aunque más no sea de lejos. Como Moisés vio la tierra prometida.

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