jueves, 10 de junio de 2010

Tercera Entrada de "Brumas...

La madre


La mujer escuchó entrar a su hijo desde la cocina, donde terminaba de hacer la limpieza después del almuerzo, luego escuchó la música. Por momentos Fran la preocupaba , tan callado, tan reservado , tan poco o nada comunicativo con ella. Nada que ver con Soledad , ésta era muy confidente, le contaba todas sus problemas hasta los más íntimos, esos que ella nunca hubiera conversado con su madre . Claro había mucha diferencia de edad, además Soledad tenía a su padre, lejos, pero lo tenía, en cambio el padre de Fran había muerto poco después que éste naciera y quizás esa ausencia de imagen paterna había contribuido a su carácter apocado, taciturno por momentos. Al menos con ella y con su hermana, con sus amigos lo veía desenvuelto y charlatán .¿Por qué era tan difícil hablar con él? Se preguntó una vez más. Terminó de ordenar las cosas y fue a mirar a su hijo , éste dormía con ambos antebrazos cruzados sobre su rostro. La mujer se sentó pensativa en el sillón de tres plazas, ¿Cómo podría hacer para comunicarse con su hijo? Preocupada tomó el control remoto y comenzó a ver una de las múltiples telenovelas de la tarde. Soledad salió de su habitación con cara de recién despierta y se sentó junto a su madre, la tomó del brazo izquierdo y comenzó a contarle sobre el muchacho que había conocido la noche anterior , en el negocio de electrodomésticos donde trabajaba, después del atardecer vendría a buscarla en su moto, una de ésas motos grandes japonesas, una verdadera joya según contó la muchacha. La madre giró ya olvidada de sus preocupaciones de momentos antes y comenzaron a cotorrear en voz baja. Con ésa expectativa especial que en las mujeres produce éste tipo de temas, relacionados con el romance. Calamaro desde la habitación contigua cantaba “No se puede vivir del amor, le dijo un soldado romano a Dios….”



El negro Seba y el Gordo Jorge
.
La tarde estaba bien avanzada cuando Fran despertó, se puso de pie de un salto, se desperezó estirando el tronco arqueado hacia atrás y levantando ambos brazos, dejando su ombligo al aire. Luego salió corriendo hacia el baño, orinó , se lavó la cara y se dirigió a la cocina, el mate estaba tibio tomó dos o tres y buscó por toda la casa, como casi siempre estaba solo. Tomó el teléfono y llamó a casa de Matías , éste no se encontraba, colgó y marcó el número del negro Seba, se pusieron de acuerdo en encontrarse en el Pool del centro. Fran tomó dos o tres mates más , hojeo su carpeta del colegio que descansaba sobre el aparador de la cocina , se dirigió nuevamente al baño se peinó, se arregló la remera negra con la lengua de los Rolling Stones en el pecho y salió de su casa. Con las manos en los bolsillos caminó por Fray Saldaña Retamal, mirando los autos que se dirigían a Bv. Sarmiento que reflejaban los rayos del sol en sus parabrisas, luego de cruzar frente al Soldado descendió por Centenario, por la estrecha vereda bordeada de Fresnos. Al llegar a la esquina de San Martín compró chicles en el quiosco y se cruzó a saludar al gordo Jorge que estaba sentado en el tapialito del Club Social con la espalda apoyada sobre la reja. Se quedó un rato conversando , el gordo era un tipo simpático y bonachón, que trabajaba en la barra del boliche. Bastante mayor que Fran , el gordo siempre andaba rodeado de gurises por esa idolatría que le otorgaba su trabajo, el gordo tenía patente de tipo ganador . Y esto inflamaba su autoestima hasta casi hacerlo parecer un pavo real mostrando su plumaje colorido. Disfrutaba de ésos momentos en que rodeado de jovencitos que le prodigaban su admiración acrítica, se sentía como un antiguo maestro griego con su cohorte de discípulos. Después de un rato de conversación circunstancial e insustancial Fran dobló la esquina hacia el norte a paso cansino con las últimas luces de la tarde. Se sentó en una de las glorietas junto a la Galería del Ateneo y con los brazos extendidos sobre la madera del espaldar contempló un grupo de chicas que charlaban en la ochava del Banco Nación. Vale y Flor estaban en el grupo pero a Ami no la vio. Cruzó la calle con actitud distraída , se acercó a las chicas dijo unas cuantas palabras graciosas y le dio un beso a las cuatro muchachas. Charlaron de banalidades y por fin apartando a Vale le preguntó por su amiga, ésta contestó que no la veía desde la clase de gimnasia, pero que le avisaría que él la buscaba en caso de verla.
Se despidió de las chicas con palabras de ocasión y se fue caminando lentamente hacia calle Urquiza. El negro Seba fumaba un cigarrillo en la esquina de los jueguitos, con una remera blanca con la cara de Homero Simpson, saludó a Fran con el índice extendido y continuó apoyado contra la pared. Este se cruzó la calle y se paró a su lado. Conversaron un rato, saludaron al gordo Jorge que pasó en su Yamaha 600 y se dirigieron al Pool.



Ami, Vale y Flor.



Ami miraba Discovery Chanel en la cocina. Su carpeta descansaba ociosa sobre la mesa, el bolígrafo se movía entre sus dedos. Estaba dispersa, la concentración era una tarea imposible para ella , en el estado de ánimo en que se encontraba. Su mente inmersa en un estado de embotamiento, como si ningún pensamiento fuera capaz de traspasar la estopa que lo separaba de la conciencia. Desde que salió de su clase, había sido víctima de ése marasmo, como si la ausencia de el muchacho que esperaba ver esperándola, la hubiese vaciado de expectativas, la hubiese convertido en una cáscara, en un molde vacío de su persona. En vano trataba de pensar de que se trataba de un conocido más, de los tantos con los que conversaba a diario, que no tenía ningún vínculo especial con él, pero no lograba convencerse y el alivio que ésta clase de elucubraciones le otorgaba duraba solo un instante para volver a caer en el ánimo depresivo. El televisor mostraba las penurias de una familia que habitaba una casa plagada de espíritus malignos. Espíritus que deseaban desalojar su morada de molestos seres mortales, que perturbaban su deambular inmaterial. El locutor fuera de cámara daba explicaciones diversas sobre la naturaleza de éstos entes malignos. Ami con rostro aburrido observaba la pantalla, escéptica.
Cuando Vale y Flor llegaron se sentaron junto a ella y comenzaron a mirar absortas la pantalla, ambas creían en la existencia de fantasmas y eran asiduas relatoras de historias del más allá . Ami se levantó y preparó el mate. Escuchó los comentarios azorados de sus amigas ante las imágenes del televisor . Comenzó a reírse del temor de las dos. Lentamente su humor fue cambiando, como el cielo después de una tormenta, manchones de celeste aparecieron entre las nubes grises de la tarde y el sol brillo a pleno en el firmamento de su espíritu, cuando sus amigas le contaron de su encuentro con Fran.


Matías.

Matías tomaba una cerveza en la Cruz del Milenio, cuando se detuvo el gordo Jorge al borde del cordón, bajó de la enduro y se sentó a su lado. Se empinó la botella que el otro le alcanzaba y resopló. Hablaron largo rato en la noche serena. En realidad casi en todo momento el gordo hablaba y Matías escuchaba. Cuando se separaron ya la noche había cubierto por completo la ciudad. El gordo se alejó haciendo tronar su moto por calle Belgrano , Matías luego de un rato se alejó caminando por Bv España. El gordo Jorge tenía un gran ascendiente sobre él. Muchas veces le había pasado datos que le habían servido para conquistar alguna chica, y en el pensamiento de Matías el gordo Jorge era como un maestro de la noche, que conocía todos sus secretos, que era capaz de desenvolverse en el ambiente noctámbulo con la facilidad con que un pez lo hacía en el agua. Y si el gordo le había pasado el dato de ese grupo de pendejas que andaban sin ton ni son, “que eran una papa” según las palabras que había empleado. Seguro que era así sería. El gordo rara vez se equivocaba. Tenía según la definición de Matías “un ojo clínico” que le permitía saber , donde estaba la fácil. Solo tendría que organizarse.
Buscar el nexo que le permitiera relacionarse con ellas, una vez logrado esto, todo iría sobre rieles. Y en ese grupito había una pendeja que le encantaba, con una pinta de boludita total, de ése tipo de chicas que un personaje como él podrían meterse al bolsillo sin transpirar la camiseta. Un partido desigual, como si el Boca de Bianchi viniera a jugar un partido con 25 de Mayo o con Deportivo Nogoyá. El gordo Jorge le había explicado muy bien como hacer, con que boluditos tenía que amigarse para ir directo a la presa. El gordo “siempre tenía la justa” pensó. Así mientras se acercaba a su casa se dijo a sí mismo , ¡manos a la obra!.

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