miércoles, 29 de diciembre de 2010

Tercera parte de Brumas. Tercera Entrada

El Cuaderno de Facu (continuación)

Disculpe que le hable en éstos términos pero me he puesto a leer mucho. A mi siempre me gustó leer mucho.
Como le dije antes , yo no creí nunca en el destino. Hasta ahora, y por eso a partir de éste vislumbre , de éste ver a través de la neblina, comencé a formularme preguntas .
Y una de ellas es esta , sobre el destino y la responsabilidad. ¿Es culpable por sus actos un homicida, que estaba predestinado a serlo? Desde la niñez hemos aprendido, que existen cosas que están bien y otras que están mal. Que debemos optar. Elegir.
Y eso es lo que posibilita , que alguien sea calificado de “bueno” o “malo”. La capacidad de elegir. Estoy convencido que Fran no pudo elegir. Y me pregunto éstos muchachos , que desde su mezquindad, sembraron la discordia. ¿Pudieron elegir?
Si uno de nosotros está signado por el destino inexorable . ¿Pueden los otros, todos los otros , los millones de seres humanos , escapar a su propio destino inexorable?
Vuelvo a pedirle disculpas por explayarme en éstas preguntas, que me formulo a mí mismo, en el exacto momento en que le escribo éste cuaderno. Pero son preguntas que me atormentan. Pues de ser así de poco sirven los esfuerzos. Si nuestra vida está escrita de antemano , no existen las virtudes ni los pecados.
Volviendo a la niña aquella, que pasaba los inviernos en la casa de su tía. Le dije que ése lugar de dicha, además era lugar de desgracia. Una dualidad comprensible a poco yo se la explique. La tía Carmen, vivía en Montoya. Probablemente ya eso para usted sea suficiente, para que comience a intuir lo que le contaré.
Flor una de las amigas de Ami , en ocasiones, por unos pocos días , la acompañaba al campo. Era llevada por sus padres, a pedido de su amiguita, para hacerle compañía y servir de compañerita de juegos. Hasta el día de hoy son inseparables.
Flor, casi sin querer, me contó un episodio, ocurrido en una de ésas visitas al campo.
Ami había encontrado en un montecito de chañares un nido de picaflor con sus minúsculos pichones dentro, y decidió mostrárselos a su amiga. Una siesta , después de almorzar y de ayudarle a la tía con la limpieza de la cocina, ambas niñas salieron al campo para ver el hallazgo. Ya le dije que Ami visitaba su tía en Invierno por lo que el encontrar un nido con pichones es un hecho por demás extraño. Insólito. Casi imposible. Las niñas caminaron, casi corriendo, con ése entusiasmo tan propio de ésa edad, hacia la mata verde marrón que se recortaba al fondo del potrero. Al llegar al sitio ambas se quedaron extasiadas ante el espectáculo singular y bello. En ése momento es cuando se les apareció la vieja, sí la vieja, ésa misma que usted piensa. Les preguntó sobre que estaban haciendo en ése lugar , apoyada sobre un palo grisáceo del alambrado, las miraba con rostro serio. Las niñas sonrientes le contaron lo que estaban viendo. La vieja se agachó pasó entre los hilos de alambre, y acercándose contempló el nidito, la delicada copita. Y les dijo que ellos , los pichones, cuando sean grandes libaran de las flores el dulce néctar de la vida. Dirigiéndose a Flor le dijo, que ella tenía un nombre que atraería a los picaflores , que es lo que hasta hoy grabó en la memoria de la niña, el episodio. Y mirándola a Ami le dijo que en cambio ella bebería de la flor de la amargura. Dicho lo cual la vieja se fue.
Las chicas quedaron sorprendidas por un momento, pero luego olvidaron todo, riéndose del aspecto de aquella mujer gorda .
Pero yo sé ahora, que ése encuentro no fue casual, que aquel nido en realidad fue un señuelo, deliberadamente puesto en ése lugar. Una trampa.
Sólo el haber adivinado su nombre grabó en Flor el recuerdo, que ahora me permite exhumarlo, traerlo a la superficie. Como un arqueólogo de la memoria.
Predestinada a libar de la flor de la amargura. ¿Puede a ella atribuírsele culpa?
La tía de la niña, falleció el siguiente Verano, sus hijos recién llegados, se levantaron una mañana y encontraron la mujer muerta en su lecho. Dormida. Para siempre dormida.
La casa fue vendida por el viudo. Y de aquél lugar de alegría ya no quedó más que el paisaje, con esa sensación de profunda pena, que provocan los lugares donde fuimos felices vaciados de nuestro seres queridos. Ami solo volvió un vez a aquel sitio, donde según me contó , no hace mucho, sintió la sensación de congoja que antes le describí.
De ahí en adelante prefirió evocar sus recuerdos y no enfrentarlos con los vestigios materiales del pasado.
Nada podrá a usted devolverle la alegría, nada podrá a devolverle a su hijo.
La historia es unidireccional. Mis palabras solo tratan de devolverle el sosiego. La paz que se encuentra en la comprensión. En este caso de lo incomprensible.
Yo quiero cumplir con mi amistad. Con el deber que me señala mi amistad.
El inmenso cariño que sentí y siento por su hijo. Muchas veces lo sueño, sonriente y conversando como tantas veces, como tantas mañanas, tardes y noches. Y sé que solo el sueño me devuelve el amigo, como sus sueños seguramente le devuelven a su hijo.
Es posible que el país de los sueños sea otra realidad , en la que persistimos aún después de la muerte. País que para los que creen en la vida eterna del alma, nos permite atisbar el paraíso o el infierno. Y desde ése país me pidió que le escriba. Lo hago por mi lealtad hacia él.
El ciego vio algo más. Yo dudo en contárselo. Usted sabrá que existe gente que cree en la comunicación con los espíritus. En los portales y en los médium. El ciego vio un circulo de fuego. Un círculo de fuego rodeado de tinieblas. Un círculo de fuego en el país de las sombras. El ciego lo vio con sus ojos secos. Con sus ojos vanos. Con las esferas muertas de su sensorio. Alrededor del círculo de fuego vio cuatro jóvenes. Y entre ésas cuatro jóvenes vio una con una luz. Con una luz en su pecho. Como otra llama , separada del círculo pero perteneciente al mismo. El la describe. Y yo sé quien es. Yo dudo en contárselo. Usted sabrá que existe gente que cree en esas cosas. Yo le dije a usted que antes no creía en el destino. Hoy le puedo decir que ahora dudo , si es o no posible comunicarse con los muertos. El ciego lo vio. Lo vio como vio lo que le conté antes. Muchos meses casi un año me llevó averiguar lo que se.
Mili siempre lo adoró a Fran. Yo estoy convencido que secretamente siempre estuvo enamorada de él. Su muerte para ella fue un golpe devastador. Mucho tiempo tardó en recuperarse, o mejor aún sería decir en salir de su estupor. En buscar nuevos caminos. Rumbos nuevos en busca de lo perdido. Ella habló con Ami para aclarar las cosas.
Destruir las mentiras que las habían envuelto. Derrumbar los muros de la perfidia. Yo sé que ambas lloraron juntas. Lo sé porque Mili me lo contó. Y de alguna manera sintieron la injusticia que había sufrido Fran. Y decidieron aclarar las cosas con él. Se que fueron al cementerio . Que hablaron juntas junto a su tumba. Y que de alguna forma , experimentaron el compulsivo deseo de verlo . De sobrepasar los límites de lo sensorial, incursionar en los terrenos fangosos del más allá. Superadas por su dolor. Inmersas en su angustia. Y eso es la que las llevó, a buscar una espiritista. ¡Si la que usted se imagina! . La enviada del diablo. La maldita.
Ella les habló. Ella las convenció. Lo sé porque Mili me lo contó. Esperan la primera luna nueva del mes de Julio. Se reunirán en el cementerio, para invocar el espíritu de Fran. Más no sé . Ahora sé que podré caminar tranquilo por mis calles tan queridas. Yo he cumplido con la exigencia de mi amistad”
Facu.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Tercera Parte de Brumas (Segunda Entrada)

El cuaderno de Facu (cont)

Aquella noche lo buscaron , sabiendo que estaba con Mili , supusieron, y lo hicieron bien, que él la acercaría hasta la casa. Lo esperaron. Cuando el regresaba dieron un rodeo para asustarlo , quizás para hacerlo caer de la moto, quizás para golpearlo. No para matarlo.
Ellos dicen que él se les vino encima, que nunca los vio, que miraba hacia atrás, la calle vacía. Los peritajes dicen lo mismo, que él nunca frenó y que la camioneta sí lo hizo.
¿Qué fue lo que lo llevó a la muerte? ¿Qué fue lo que lo llevó a conducir de forma desaprensiva? Eso me lo contó un ciego. Un ciego que dormía en la Villa 3 de Febrero del otro lado de la Ruta 12, en su casa. Un suburbio tranquilo y silencioso. En aquella noche cálida solo los insectos y las ranas rompían la calma nocturna. El despertó sobresaltado, y vio todo. Tras sus ojos muertos, se dibujaron imágenes de espanto.
En su relato dice que lo primero que vio fue un rostro horrible , no tanto por su aspecto sino por su expresión, por su gesto, el gesto del mal. Que ésa imagen permaneció en su cerebro por largo rato, hasta desesperarlo, provocándole un dolor pulsátil en su cabeza, como si ésta fuera a estallar. Que presa de un profundo desasosiego se sentó en el lecho y con ambas manos apretó sus parietales como tratando de expulsar la visión, que le sonreía desde su interior, maligna. Luego sintió como un desmayo como si las fuerzas lo abandonaran, como si el tono de sus músculos se perdiera, cayendo de espaldas sobre la cama destendida en forma transversal. Y poco a poco sintió elevarse por los aires, abandonar el cubo oscuro de su habitación y atravesando los techos , suspendido en el aire, flotar sobre las casas y los campos. Y en éste estado de inmaterialidad, flotó sobre la calle Diamante, derivó hasta la parroquia de San Ramón, la antigua estación de trenes, la plaza Entre Ríos y por sobre el barrio San Francisco llegó al boulevard Sarmiento hasta encontrarse con el propietario de aquel rostro horrible que estaba parado en la esquina de la Escuela Alvear. Inmaterial y etéreo , el ciego, se aterró de ver ,en su ensueño, a aquel monstruo de campera roja, que abriendo la boca hedionda lo aspiró hacia las oscuras tinieblas de sus entrañas.
Se sintió nuevamente en la oscuridad, asfixiado, rodeado de miasmas inmundos, en ésos pulmones fétidos, como los de un tuberculoso, o mejor aún como los de un cadáver.
Después se sintió ascendiendo hasta lo ojos del monstruo y a través de ellos vio.
La calzada cubierta de una bruma espesa, como el vapor blanquecino, que se formaba alrededor de las viejas locomotoras de carbón cuando las válvulas aliviaban la presión de sus calderas. Vio desde ésos ojos malvados, el terror en los ojos de Fran cuando éste se le cruzó delante, vio el rostro vuelto hacia atrás del muchacho antes de impactar contra la camioneta, mirándolo a él que era ciego, ciego desde hacía muchos años.
Despertó mojado en sudor, atravesado en su camastro, temblando. Solo atinó a acostarse nuevamente y taparse . Permaneció despierto con su respiración agitada, y la paloma de su corazón aleteando dentro de su tórax. Hasta que lejanas empezó a escuchar las sirenas, nítidas en el silencio de la noche, y lloró con sus ojos de sombra. Acongojado . Sabiendo porqué ululaban aquellas ambulancias y conociendo la inutilidad de su prisa.
Presintiendo que aquella visión, no sería la última que tendría y que ése rufián avernal de sus sueños , el que le había prestado sus ojos maléficos a él, a él que era ciego hace tantos años. Pero sólo para ver lo que nunca hubiese querido ver. Tuvo la certeza , que ese rufián avernal no daría por terminada su tarea.
¿Usted cree en el destino? Que difícil se hace comprender lo incomprensible. Nuestro entendimiento se choca contra un muro de misterios indescifrables. Es cuándo nos sentimos aplastados por una masa invisible de pesar o impelidos por un viento invisible hacia el futuro.
La vieja , también averigüé sobre la vieja. Conocida suya además , según me contaron.¿Cómo no reconoció a ésa pérfida? ¿Cómo usted se dejó embrollar por ella?
Con solo haberse mantenido alejada, nada de esto hubiera ocurrido. Así me lo dijeron.
Yo repito lo que me dijeron. Gente que afirma conocer. Aquellos que me presentaron al ciego.
Ami , la chica que tuvo amoríos con Fran, en realidad también formaba parte de éste destino. Desde su infancia. Sin que ella lo supiera por supuesto.
Su tía paterna . Es el nexo entre ella y su destino. Carmen se llamaba según pude averiguar. No era una mujer mala , todo lo contrario. Pero fue un instrumento. Sentía un gran cariño por ésa niña abandonada por su padre, y de alguna manera, según dice se sentía responsable de ella. Sobre todo durante las vacaciones de invierno, hasta terminar la primaria igual que en semana santa, casi todos los años. Ami visitaba su tía.
La madre , dejaba a la niña en casa de su tía, un poco como tirándosela a la familia de su padre abandónico. Como una cobranza. Como un desagravio. Y se sentía como liberada, como si la niña desapareciera por un tiempo de su vida y con ella desapareciera el recuerdo vivo del hombre que le arruinó la vida. Del hombre que la hizo sentir la mujer más desgraciada del mundo. La más fea . La más idiota.
Y dejar a la niña en casa de su tía Carmen, era como dejarla en el umbral de su casa paterna, envuelta en diarios y merced de los perros. Como muchas veces pensó que debería haber sido. Otras veces pensó que quizás debería haberla parido en una letrina.
Como un excremento. Al dejarla en casa de su tía Carmen la mujer pensaba que desaparecía. Que retornaba al esperma de su padre odiado.
Pero ella, la niña, era feliz en ese caserón de campo. Se sentía libre. Contenida, Querida. Su tía , madre de varones, se sentía complacida de poder atender a aquella niña triste, que corría hacia ella con su cabello suelto desparramado en el aire alrededor de su cabeza. Con sus ojitos redondos brillando de alegría.
Pero ése germen de la dicha, incubaba también el de la desgracia.
Su ruptura con Fran fue indudablemente originada por habladurías de un tipo que se llama el gordo Jorge y de un muchacho llamado Matías, que estaba interesado en ella, al que probablemente usted conozca, pues hace varios años frecuentaba a Fran.
Ellos inventaron un romance de él con Mili y ése fue el origen del enojo de Ami.
Luego seguramente , la incapacidad de ambos de comunicarse, contribuyó a convertir lo que pudo ser una simple rencilla de enamorados en una ruptura dolorosa y definitiva.
Que llevó a Fran , entre otras cosas , a un estado de desesperación y de confusión. Lo que lo llevó a buscar soluciones mágicas, que lo enfrentaron con su destino predeterminado. Por eso yo me pregunto ¿Fueron realmente éstos chismosos culpables de sus actos? Si por un momento creemos en el destino, en lo predeterminado. ¿Existe la responsabilidad? ¿Existe la culpa? ¿El libre albedrío no es una condición sine qua non para realizar un juicio moral , sobre las conductas humanas?.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Tercera Parte de Brumas. Primera Entrada

TERCERA o FINAL



Cuando mis ojos cerrados.
Por siempre oscurecidos.
Ciegos, sin luz.
Volveré así, callado.
En la brisa, descarnado.
A tocarte.





El cuaderno de Facu.

La letra abigarrada, inclinada hacia la derecha, no hacía la lectura fácil. Al menos al principio. Después, sus ojos se fueron acostumbrando, a esa letra pequeña y compacta.
Después, estuvo tan absorta en la lectura, que la percepción visual se fue transformando en una voz que en aquel silencio de las noches invernales le fue relatando aquella historia. Aquella historia final .Tanto despropósito. Tanto dolor injusto. Historia que completaba , los fragmentados relatos escritos por su hijo, en forma desordenada , en papeles desparramados. Hoy manchados con la salitrosa humedad de sus lágrimas y ajados de tanto estrujarlos, en busca de la esencia de quien los escribió. En busca de un residuo, de un rastro , que pudiera haber escapado de aquella muerte brusca, inesperada.
De aquella ráfaga final de la tormenta, que derribó los muros de su refugio, cuando ya se veía el sol en el horizonte. Cuando la esperanza de la calma, se nutría de certezas.
Zarpazo mortal de la fiera fatalmente herida.
Y en aquella historia , que le había llegado en un cuaderno de tapas anaranjadas, como los que usan los niños de educación primaria, se sumergía. Como se sumergen los buzos tácticos en los restos de un naufragio, en aguas turbias.

“Yo ya no estaré mucho tiempo en Nogoyá. Con los primeros días del Otoño debo radicarme fuera de la ciudad , por razones de estudio. Antes de dedicarme exclusivamente a mi futuro, deseo clausurar el pasado. En realidad la palabra clausurar no es la más adecuada. Y probablemente a usted hasta le habrá sonado ofensiva. Cumplir con el pasado. Contribuir a su esclarecimiento, saldar la deuda que mi amistad, me impuso. Para que mi espíritu se sienta liberado. Para que el futuro se vea liberado de sombras y poder volver a recorrer éstas calles tan queridas, con la tranquilidad de los leales.
Muchos meses , casi un año , me llevó averiguar lo que sé. No es mucho , pero son indicios. Usted alguna vez, me preguntó, de que se trataba todo esto. Y yo no pude responderle. Le contesté que si estaba a mi alcance , lo ayudaría. No fue así.
Y hasta el día de hoy me pregunto ¿Por qué?. Y no obtengo respuestas
Por eso le quiero hacer llegar éstas notas. No pude ayudarlo a él pero por lo menos trataré de ayudarla a usted a lograr el sosiego.
Aquella noche , para mi, fue una de las más terribles de mi vida. Aquello fue un golpe demoledor, para todos nosotros los que éramos sus amigos. Nos mirábamos unos a otros, nos abrazábamos, nos hablábamos sin poder encontrar respuestas.
Poco a poco, la realidad se fue imponiendo al desconcierto que inicialmente nos invadió. Usted sabe que Milagros incluso fue a la jefatura . Que trató de hacer conocer su opinión, su punto de vista. De todos modos fue inútil. El asunto estaba esclarecido.
El accidente. Otros hasta incluso hablaron del suicidio . Las voces se corren, la gente opina, con opiniones ligeras y eso va marchando como la llama en un reguero de pólvora. Hasta conformar una versión alejada de la realidad. Como un espejismo.
Lo que podríamos llamar la opinión pública, lo que a los ojos de los extraños es una verdad irrefutable, pero que hunde sus cimientos en el fango. Cómo un edificio de papel que visto a la distancia, aparenta una fortaleza de la que carece. Disfraz de tigre que oculta al tigre verdadero. Lo que yo sé , la verdad, puede parecer menos verosímil que la fantasía. Y todavía ésta verdad puede traer otras catástrofes.
¿Usted cree en el destino? Yo por mucho tiempo no lo hice. Siempre pensé que la razón explicaría todos los fenómenos vitales y físicos que se presentaran ante mis ojos.
pero hoy, le confieso que dudo de ello. A Fran lo tragó el reino de las sombras, que lo perseguía. Que tarde o temprano lo alcanzaría. Eran inútiles los esfuerzos por huir, por escapar, por cambiar ése destino oscuro, aciago, inmodificable.
Y es probable que con él no terminen los acontecimientos desencadenados en ésta dinámica de lo incomprensible.
Los de la camioneta lo buscaron para asustarlo, yo estoy convencido de ello, y charlas que he mantenido con allegados a éstos, lo confirman.