miércoles, 18 de agosto de 2010

Novena Entrada de Brumas


La conspiración

El gordo Jorge y Matías , se encontraban sentados en una de las mesas de la vereda por calle Alem. La infaltable botella de Budweiser descansaba vacía sobre la mesa junto a las jarras vacías con resto de espuma en sus paredes, vestigios de su antiguo contenido. El gordo tomo su atado de Parisienes , extrajo uno , lo encendió con su Zippo y aspiró profundamente el perfumado humo de tabaco negro.
- Es una puertita Matías, una puertita que se te abre- dijo exhalando el humo hacia arriba.
- Si , una buena data, que bien usada puede servir, información estratégica-contestó éste.
- Yo te la dejo picando nene, vos sabrás si la usas o no , si puedo darte alguna mano con la pendeja , te la doy , pero no es fácil sacarle un tema así. Puedo quedar como descolgado, muy evidente , y eso no es bueno- agregó el gordo recostado en la silla con el tronco hacia atrás y ambas piernas estiradas bajo la mesa.
- ¡Desde ya, Jorge! Yo te agradezco , la información después se verá que se puede hacer con ella.
- Divide y reinarás. Es un antiguo refrán. Yo te alcanzo la cuña . Vos tendrás el martillo supongo.
- ¡ Sabés algo gordo! Yo nunca creí que este pendejo sería tan mujeriego.
- Yo no te digo que pasó algo con la flaca. Lo que te digo es que los ví juntos varias veces. Y el boludito muchas veces se pasa tres o cuatro hora en la casa de las minas. Un dato. Para sembrar dudas, para intrigar. ¿Entiendes?- aclaró el gordo mientras se ponía de pie.
La pequeña brasa comenzó a avivarse dentro del pecho de Matías, a pesar de los dos años transcurridos ,casi, aún persistía su deseo de venganza. Le habían arrebatado esa chica. Se la sacaron prácticamente de las manos. Y eso se debe pagar. El odio , dormido por el paso del tiempo, despertó vigoroso. Cómo un vino añejo, a dar lo mejor de sí luego de estacionado en la cava oscura de su corazón resentido.
Matías pidió otra cerveza y quedó meditabundo en el bar casi vacío.


La aguja de hielo

En la habitación en penumbras, Calamaro cantaba “ Quiero, que ésta noche te quedes conmigo…” Él tenía el antebrazo izquierdo cruzado bajo su cuello y con el índice de la mano derecha dibujaba círculos en sus aréolas y rozaba sus pezones con la palma de la mano suavemente. Ella con los ojos cerrados parecía dormitar.
De pronto giró su cabeza y abrió sus ojos , que para él eran como soles, con voz suave preguntó
- ¿Me quieres mucho, como antes?
- Te quiero más que a mi vida- contestó él
Ella lo miró por un instante, él creyó ver una sombra de duda cruzando sus pupilas. Luego ella sonrió y lo besó en los labios atrayéndolo hacia sí, quemándolo con aquella piel suave y ardiente , de la que emanaban los aromas del amor y la pasión. Y nuevamente se entrelazaron con desesperación, cómo si fuera la última vez. Cómo si uno de ellos partiera al destierro.
Cuando Vale había llegado ésa mañana al aula le dijo que tenía algo que contarle. Ami pensó que se trataría de cualquier cosa, menos lo que finalmente le dijo, mientras caminaban tomadas del brazo por el patio de mosaicos grises. Al escucharlo fue como si algo dentro de ella se hubiese roto, un fino cristal que se quebró. La duda, esa termita que todo lo horada , ese gusanito inquieto que corrompe la confianza.
Ami se quedó pensativa, luchando con la ambivalencia de sus sentimientos , por un lado no creía nada de lo que su amiga le había dicho. Pero la duda estaba ahí , debilitando el encofrado de su relación con Fran, y sintió una profunda amargura .
Una amargura extraña , nueva, la de la desilusión. Y ahora que le había preguntado por su amor, no vio otra cosa que verdad en sus palabras, en la ternura de sus ojos. Se sintió abandonada por ésa sensación que la acompañó durante todo el día , y el deseo desesperado de sentirlo dentro suyo la poseyó, como una pulsión ajena a toda voluntad.
Las noches de invierno son frías . La escarcha de la helada cubría el asiento , Fran la desprendió con su pañuelo. El motor no encendió con el primer intento debido a la temperatura reinante. El manillar estaba helado al igual que las palancas , poco a poco sus manos comenzaron a sentirse insensibles , endurecidas. Pero no era ésa la sensación que lo embargaba, era otro el frío el que sentía, un frío que no dependía de la estación del año ni de la madrugada. Un frío que perforaba su pecho, desde que vio la duda en sus ojos. Como si fuera una fina aguja de metal gélido. ¿Qué pasaba con Ami? ¿ por qué actuaba de forma extraña? El viento de la noche golpeaba su rostro transformándolo en una máscara rígida y lo hacía lagrimear. A eso atribuyó su visión, la segunda, (la anterior yacía olvidada por el tiempo y las vivencias posteriores). La bruma cubría la calle , hasta la altura del eje de la rueda delantera, formando volutas que ocultaban el pavimento y se deshilachaban al paso del vehículo, aumentando el frío de la noche y creando una sensación de desolación. Cuando Fran llego a su casa envuelto en la neblina espectral abrió el portón lateral , introdujo la moto hasta la galería y al volver para cerrar, lo sorprendió ver la calle despejada, sin rastros de aquello que la invadía instantes antes.
El aire denso de la helada, transmitía el ladrar de perros lejanos y dejaba ver una luna blanca y distante. Una bandada de siriríes surcó la noche, dejando el sonido de sus graznidos agudos. El chico entró en silencio en su casa, se dirigió a su cuarto, que era como un agregado tardío y se acostó. Tardó mucho tiempo en calentarse y más aún en dormirse, era la presa de una inquietud extraña.

1 comentario:

  1. GRACIAS GUSTAVO ALIAS 'MR MÚSCULO MULTIACCIÓN'. JAJAJA. ES QUE HACÉS DE TODO!

    UN BESO GRANDE GRANDE, http://malatendida.blogspot.com :)

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