domingo, 14 de marzo de 2010

Última Entrada de Los Custodios del Sello

Epílogo

Marisa, me contó una tarde, bajo el roble de su jardín, sobre una charla que hace muchos años había tenido con Carolina. Alrededor del tiempo de la muerte de NOAR.
“Carolina venía casi todas las tardes a visitarme, sentía como una obligación de acompañarme luego de la muerte de papá. Yo estaba sola, y su compañía me resultaba reconfortante. Me aliviaba el dolor. Me distraía de los pensamientos penosos y me alejaba de los fantasmas que por ésa época habitaban en cada resquicio de la casa. Siempre le voy a estar agradecida, por ésos momentos que le robaba a su hermana enferma para dedicarlos a mí. Aún hoy luego de tantos años de su trágica muerte, recuerdo con cariño ésos momentos. Siempre tenía algún tema de conversación , alguna ocurrencia alegre, que en ésa etapa de mi vida valían más que el oro. Es el oro de la solidaridad, el que ella me brindó. Pero una tarde llegó con una evidente preocupación, con una turbación profunda. Sentadas aquí en este mismo banco charlábamos, poco animadas, guardando largos silencios. Hasta que en un momento me contó la razón de su estado de ánimo. Esa mañana había dejado a su hermana sentada, en el fondo de su casa, bajo los limoneros, Julia apenas caminaba, lo hacía con un andador, y Carolina la sacaba en los días soleados para que mirara las plantas, sintiera el perfume del jardín y viera el cielo abierto. Ella la vigilaba desde la cocina a través del ventanal, esa mañana estaba realizando sus tareas cotidianas como todos los días , particularmente alegre porque todo marchaba bien en su vida, no tenía de que quejarse según me manifestó , cuando vio una sombra moverse entre los macizos de flores , arrastrase hasta las azucenas y envolver los troncos alrededor de su hermana. Creyó que sería algún animal, sus ojos no eran los de su juventud y desde el ventanal veía solo una porción del patio.
Continuó con sus tareas, un poco inquieta, miró reiteradas veces hacia su hermana sin ver nada raro, Julia dedicada a sus tareas de crochet y todo el patio en calma. Luego de colocar la carne que estaba preparando en el horno, cuando se secaba las manos en su delantal, giró para mirar hacia el patio y vio la sombra erguirse detrás de su hermana bajo el follaje de los árboles. Advirtió que se trataba de una forma antropoide, no humana, en cuyo rostro horrible brillaban ojos como de brasa. Paralizada, vio como de su nariz surgían culebras multicolores y de su boca abierta surgían sapos incandescentes que al saltar sobre el terreno encendían todo a su paso, su hermana rodeada indiferente ante un cerco de fuego. Pudo vencer su temor y con toda la agilidad que su viejo cuerpo le permitía salió hacia afuera, corrió enceguecida y mareada, hacia las llamas. Para encontrarse con su hermana tejiendo tranquilamente y mirándola con ojos de asombro. Todo el lugar estaba en calma, una tacuarita cantaba entre las ramas, las azucenas elevaban sus cañas junto al muro, las flores se mecían por una suave brisa. Se agachó hacia su hermana, sensiblemente agitada y la besó. La otra sonrió sorprendida, Carolina, volvió a la cocina pensando en su visión, preocupada por su salud mental. Al mirar nuevamente vio detrás de su hermana un chispazo entre los troncos y notó que Julia giró su cabeza como si hubiera escuchado algo. Luego todo prosiguió en calma, o en aparente calma. No mencionó nada a su hermana, pero estaba muy preocupada, Carolina creía en las señales. Creía en la presencia del demonio, como materialización del mal. Esa tarde mientras me lo contaba estaba muy angustiada, como si su experiencia fuera una premonición. Un anticipo del futuro de su hermana, temía por Julia no por ella misma, creo que era incapaz de temer por ella misma, quizás por un sentimiento erróneo de inmortalidad o de omnipotencia. Quizás por su profunda fe. Nunca se sabe cuál es el límite entre la valentía y la locura. Ella era una personalidad protectora que siempre estaba al servicio de los demás. Creía que el diablo rondaba a su hermana. El día de su accidente pensé mucho en esto, que me vino inmediatamente a la memoria, cuando me contaron de su muerte. Muchas veces cuando me siento aquí a descansar, la recuerdo y siento que fue muy injusta su forma de morir”
Uno a uno, los viejos nos han ido abandonando, varios de manera muy trágica, otros de forma natural, todos los protagonistas de ésta historia emprenderán el camino final, tarde o temprano. Como todos los mortales, es nuestra única certeza.
Cuando todos se hayan ido, quedarán sus recuerdos vagando por las calles desiertas de la madrugada, por las sendas polvorientas o humedecidas de rocío de los campos,
por las pedregosas bocacalles de los barrios ,en la semipenumbra dormida de los suburbios. Quebrarán el silencio de la noche los ecos de antiguas charlas. Rostros olvidados se materializarán en los sueños, como negándose a abandonar el mundo sensible. Los muertos se pasearan por la Plaza Libertad, por la calle San Martín, por el Boulevard España invisibles y silenciosos. Los sordos ruidos de las huestes del Apocalipsis se confundirán con truenos desde las profundidades abismales de la tierra o desde las alturas insondables del cielo, no se donde están las puertas, si están arriba o abajo, pero están aquí. Solo nos queda esperar, sin esperanzas.
Mientras tanto en el silencio de la noche un grupo de personas en un claustro dice
“Creo en Dios Padre creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo su único hijo nuestro señor…”. El fiel de una balanza cósmica oscila amenazante, en algunas noches me ha parecido sentir calientes las baldosas de la vereda y he creído ver que se bambolea el mástil de la plaza. Entonces prendo otro cigarrillo nervioso y pienso que debo identificar al emisario, debe haberlo, seguramente. Tengo que encontrarlo, tengo que estar alerta. Las luces de los autos que se alejan me parecen brasas que súbitamente
se avivan en las esquinas. De tanto en tanto en alguna ochava me parece ver una sombra delgada que fuma apoyada contra la pared, como vigilante, al instante ya no está.
Por el rabillo del ojo veo cosas que se mueven sigilosas, siempre en la periferia de mi campo visual, como sitiadores ocultos en la maleza. Presiento su presencia maligna. Espero el regreso de los que buscan al anoftalmo, no tengo noticias de ellos. De alguna u otra manera un día de éstos todo terminará.







Apéndice

Creo conveniente agregar esto al relato que antecede. Lo acabo de recibir.
Manos anónimas lo arrojaron bajo mi puerta. Iriarte niega tener ningún conocimiento sobre ello. Incluso afirma no saber nada de los planes de Cudini. Muchas veces me preguntó si Iriarte tiene algún conocimiento de algo, realmente. O si como su apariencia, tiene también la mente adiposa y perezosa, el exceso de desayunos y meriendas puede haber dañado sus arterias y la falta de oxígeno haber terminado con su cerebro. En el fondo creo, que es un personaje realmente enigmático y es una tarea imposible tratar de sonsacarle una verdad que no desea revelar. Cudini ya me advirtió que no sentía ninguna simpatía por mí y menos confianza. Garófalo no se encuentra disponible para nadie y por toda contestación me dicen que viajó a Roma.

Espero que no sea un segundo ascendido de Villa La Ola, ése lugar parece tragarse a los hombres. Desaparecen así como así. No tengo con quien corroborar éstos hechos, quizás sea como uno de ésos soldados japoneses que aún hoy se encuentran en las selvas tropicales, sin saber que la segunda guerra mundial terminó hace décadas. Todo es posible. Cudini se retiró de la policía según me informaron y nadie sabe nada de su paradero. No sé quienes eran los “amigos” que lo acompañaron en su misión a
Los Caranchos por lo que me es imposible por el momento sospechar quien es el autor de lo que transcribo. Yo espero que sea real, todo lo que allí se dice. Deseo que sea real lo que allí se dice. Por más terribles que sean las cosas que describe. La nota escrita en un ordenador, no tiene pistas sobre su origen. Ya no podemos buscar la máquina de escribir que la tipeó y sus características especiales, de alguna forma la tecnología hace en éste aspecto las cosas más difíciles. Por lo menos para mí, que soy un ignorante en la materia.


Amigo:
El lugar y la fecha no importan, para vos será Nogoyá y el día en que lo leas.
Por el momento hemos triunfado. El Bien ha triunfado. Lo encontramos. Fue difícil acceder a él, y muy cruento también. Su cuerpo había crecido en exceso para sus tres años de edad. Su forma era monstruosa. Es difícil saber cuando un ser sin ojos duerme, si es que en algún momento lo hace. Neutralizar a los vigías fue nuestro primer paso, murieron en silencio. Alguno de los nuestros murió, pero era un riesgo que todos teníamos asumido. Su recámara era amplia y casi despoblada de muebles. Sin ventanas.
La luz de las velas solo servía evidentemente a los sirvientes. Los estertores de su respiración aceleraban el pulso y erizaban la piel. Cuando Garófalo lo bautizó se incorporó bruscamente emitiendo gruñidos y alaridos de horror. Sus zarpas lo alcanzaron en el cuello y por poco no se desangra allí mismo. Luego, su gran cuerpo se acurrucó en posición fetal. Haciendo crujir el lecho. Cudini lo degolló con su cuchillo de monte, su sangre le bañó el rostro y los antebrazos empapando su camisa blanca. Todos rezamos por su alma, mientras agonizaba y Garófalo le administró los Santos Oleos. Cuando nos fuimos, aún a varios kilómetros de distancia, se veían las llamas, de la casa que incendiamos. Al amanecer ya muy lejos de allí, Garófalo nos confesó uno por uno antes de despedirse. Todo terminó amigo. Ya puedes descansar, y saber que la lucha de los Custodios no fue en vano. Por ahora, el mundo está a salvo.

He releído infinidad de veces ésta nota sin firma. No sé que hacer.
La viudita hace varias semanas que no aparece. Dicen que nadie la ha visto ni en el campo, ni en la ciudad. Yo, realmente no la extraño. Quizás es un buen augurio.
Puede existir una relación con la muerte del anoftalmo, de ser cierto lo que expresa la misiva. Yo en realidad no lo sé. Deseo que sea verdad.
Creo que ésta noche dormiré tranquilo, las estrellas se ven tan hermosas y la luna en cuarto creciente baña todo de plata. El aroma del campo invade la atmósfera







Índice
1) Introducción 48)Sueños
2) Introducción alternativa 49)Notas
3) Notas 50)Última Charla con el viejo Bautista
4) Primer conocimiento 51) Notas
5) Las Señales 52) El Plan
6) Vísperas de San Miguel 53) Epílogo
7) Fiesta Patronal 54) Apéndice
8) La Tentación
9) Charla con L
10) Recordando a Fioramonti
11) La Conspiración imaginada
12) Notas
13) La Serpiente
14) La Cena
15) Las Inconsistencias de NOAR
16) El entierro
17) Notas
18) El Pez Fosforescente
19) El Pozo
20) León Morientes
21) Monte Santiagueño
22) Monte Entrerriano
23) Notas
24) Las personas importantes
25) Arroyo de los Huesos
26) La Carta de L
27) Los Custodios y Las Dudas
28) Sueños
29) El Cadáver
30) Morientes pasa a al eternidad
31) El Éxodo de los Oludos
32) Comentarios
33) La Revelación
34) Casto Morales y el busto de Morientes
35) Notas
36) Sobre el puente Rosario-Victoria
37) Iriarte
38) Barrio La Estación
39) El Encuentro
40) Trascripción
41) Carolina y el Súcubo
42) El Mapa
43) El Sobre
44) Neuropsiquiatrico
45) Litoral Marítimo
46) Barrio San Blas
47) Notas

1 comentario:

  1. Hola Gustavo,

    Aunque me incorporé algo tarde a esta novela tengo que confesarte que me ha encantado.

    Eres un buen escritor.

    Un fuerte abrazo.




    John W.

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